Nuestra Señora de Loreto, Patrona de Muchamiel, Alicante

 

La villa de Muchamiel era antiguamente un aledaño de la ciudad de Alicante, con algunas torres que servían a sus vecinos para defenderse de las invasiones de los moros. En 1628 se separó del Ayuntamiento de Alicante. Por los años 1521 sus habitantes solicitaron y obtuvieron que se edificara una iglesia con pila bautismal. Eligieron como titular al Salvador del mundo. La Providencia dispuso también el patronazgo de la Virgen María –inseparablemente unida a la obra redentora de su Hijo Jesús–, bajo la advocación de Loreto.

Sucedió que un peregrino que se presentó como pintor de Biar, trajo para vender tres cuadros con la imagen de la Virgen. Los vecinos de Muchamiel ansiaron tener una "fiel copia de María Santísima", pero se afligieron sobremanera por carecer de los veintiocho sueldos que les pedía el pintor de la imagen. Entonces, Juan Artés, lleno de confianza, encargó a su hijo M. Artés y a Bernardo Doménech que pidieran limosna entre los vecinos mostrando la preciosa imagen, y si algo faltaba, él lo abonaría. Así lo hicieron y recogieron 61 sueldos. Pagaron lo estipulado al pintor y los 33 sueldos restantes los invirtieron en adornarla. De las otras dos imágenes, una se venera en el convento de monjas de Santa Clara, en el monasterio de la Santa Faz, con el mismo título de Loreto y el sobrenombre de Enfermera. Se ignora el paradero de la tercera.

Los hijos de Muchamiel colocaron la suya en la iglesia parroquial, en una pequeña capilla en la concavidad o sótano de la torre. Y allí comenzó a recibir el culto y las ofrendas de sus amantes hijos. A ella acudían especialmente los navegantes, ya que llevaba en su pecho la invocación: "Ave Maris stella".

En 1549 una terrible sequía movió a los vecinos de Muchamiel a hacer penitencia por sus pecados y, con viva fe y esperanza, acudieron a su Patrona. El 1 de marzo llevaron la imagen en solemne procesión al templo de la Santa Faz para que intercediera ante su Hijo. Ya de vuelta, monseñor Lorenzo Reiza, que llevaba la imagen, tuvo que pedir ayuda porque se le hizo tan pesada que no podía sostenerla. Acudieron los que estaban a su lado. Descubrieron la imagen de la Virgen, cubierta con un velo para liberarla del polvo del camino, y advirtieron que derramaba lágrimas. Esto enterneció a los contritos corazones de sus hijos y los movió todavía más a pedir misericordia por sus pecados. Ha quedado fija una lágrima en la mejilla izquierda de la imagen como testimonio de este hecho prodigioso.

Se sucedieron las gracias y creció de punto el fervor de los hijos de Muchamiel, que fundaron una cofradía y le construyeron una nueva capilla inaugurada el 1 de marzo de 1620. Siempre han encontrado en su Patrona consuelo en todas sus aflicciones, pero especialmente se ha mostrado propicia en conceder abundante lluvia en las sequías. En este caluroso mes de julio la visitamos espiritualmente y le pedimos una lluvia abundantísima de gracias que restablezca la vida sobrenatural de todos los hombres.

Fuente: Ave María, Revista Mariana del Pueblo de Dios