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Salud de los enfermos
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a) “Junto a la piscina probática yacía una multitud de enfermos”(Jn. 5,2) , que esperaban
curarse en ella, Es tradición que allí estaba la casa donde nació la Virgen. Y a la basílica
que se construyó acudían en los primeros siglos multitudes de enfermos, muchos de los
cuales recobraron la salud. Desde entonces, quién podría contar las innumerables
curaciones que ha otorgado la Virgen? Un caso: El domingo 30 de mayo de 1948 diez
mil enfermos oyeron la misa en la plaza de las Armería en Madrid, ante la imagen de
nuestra Señora venida de Fátima; y nueve fueron curados prodigiosamente. Si no
siempre nos cura, es porque no nos conviene; pero siempre nos ayuda, conforta y aún
alivia en el dolor. Confío que es así, para mí y para los demás?
b) “Al ver a la madre, el Señor se compadeció de ella y le dijo: no llores” (Lc. 7,13). Mucho
más que la viuda de Naím se compadece el Señor de su Madre, llorosa por sus hijos
enfermos. En el mundo, de doce millones de leprosos, sólo la tercera parte reciben
suficientes cuidados médicos; de quince millones de ciegos, la mitad podrían no serlo si
se les hubiese atendido, y cuántos millones de inválidos, subnormales, enfermos
mentales, etc.! No será una bonita manera de consolar a nuestra Madre común,
colaborar a la salud de los enfermos con nuestra amistad y ayuda hacia ellos?
Fuente:
cristorey.org
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