Virgen prudentísima

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Con este título, la Iglesia tributa a María un gran elogio, pues la prudencia es la primera de las virtudes cardinales y es la virtud moral que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno para seguirlo o malo para apartarse de él. Prudencia es cautela, es moderacion, sensatez, buen juicio ... además, es la que dirige y regula todas nuestras acciones.

La vida cristiana sin la prudencia pierde toda belleza, toda fecundidad de bien. La prudencia, virtud moral se adquiere de ordinario con los años. María es tanto más digna de alabanza porque fue prudentísima desde su tierna edad; excepcional prudencia más celestial que terrena, más infundida por Dios que adquirida con el estudio, con la práctica o con la edad.

San Bernardo no acaba de admirar la prudencia de Maria en el coloquio que tuvo con el Arcángel Gabriel, y con la prudencia, todas las virtudes cardinales. Ante el anuncio de que concebirá al mismo Hijo de Dios, permanece constante en la resolución de su virginidad. Ella no es incrédula como Zacarías, sabe por el Profeta Isaías que el Divino Mesías prometido ha de nacer de una virgen, pero pregunta el cómo, requiere una explicación, ésta es prudencia sobrenatural y divina.

Concluye San Bernardo que Ella fue prudente en su interrogatorio. Por este solo rasgo de la vida de María conocemos que era poseedora perfecta de la prudencia y de todas las demás virtudes cardinales y como consecuencia también de las virtudes morales.

¡Oh Virgen PRUDENTÍSIMA, derrama un rayo de tu prudencia sobre nosotros, que ilumine nuestro obrar y nos guíe al hablar. ¡Oh Madre Santísima!, enséñanos a callar, cuando debemos ser prudentes.

Fuente: mercaba.org