Puerta del Cielo

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Ésta es otra invocación de las letanías que nos recuerda el prodigio de Dios a través de María, "bendita entre las mujeres". Como te habrás dado cuenta por lo dicho anteriormente, la Sma. Virgen ha hecho posible la realización del plan de salvación de Dios, gracias a su disponibilidad y obediencia. Si Jesús nos ha alcanzado la gracia de volver encontrar el camino hacia el Padre, María es quien nos ha abierto las puertas para llegar a Él. El cielo es precisamente el encuentro definitivo con Dios nuestro Padre. Es participar eternamente de la vida divina y gozar para siempre de la presencia de Nuestro Señor.

Seguramente uno de los pensamientos que motivaron a María a aceptar la invitación del Señor, fue el del cielo. Para la Virgen, como para todo cristiano, el cielo debe ser la máxima aspiración en esta vida. El cielo debe ser el ideal y la meta de nuestro peregrinar. El cielo es el encuentro con el Amor eterno, ese Amor que debe ser también la experiencia principal en esta vida terrena.

Sí, porque el cielo es la plenitud de Dios, y Dios es Amor. Por eso el cielo es el amor divino. Cada acto de amor en tu vida es un pedacito de cielo, es una pequeña experiencia de vida eterna. Por eso, quien ama es feliz; porque el cielo es felicidad. De esta felicidad está gozando María en cuerpo y alma, y cerca de Jesús intercede por todos los hombres.

"Un precioso regalo envió al cielo nuestra tierra hoy... Subiendo a lo alto, la Virgen bienaventurada otorgará copiosos dones a los hombres. ¿Y cómo no dará? Ni le falta poder ni voluntad. Reina de los cielos es, misericordiosa es; finalmente, Madre es del Unigénito de Dios" (San Bernardo, Homilía en la Asunción de la B. Virgen María, 1).

Fuente: cefid.com