María, la Virgen Pobre

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“He aquí la esclava el Señor...” (Lc 1,38)

Dejemos resonar en nuestro corazón esta palabra con todo lo que de POBREZA evangélica encierra… dejemos que nuestro corazón, guiado por el Espíritu del Hijo, penetre en la profundidad de la POBREZA de María que esta expresión encierra… Dios hace maravillas en quien es verdaderamente pobre… la grandeza de María está en su pobreza, que es despojo, anonadamiento, ocultamiento y pequeñez, humildad, servicio… La pobreza de María es el reflejo de la pobreza de Jesús.

No encontramos textos explícitos en el Evangelio que nos hablen de la pobreza de María… Pero los pocos que se refieren a Ella nos iluminan e invitan a penetrar en el misterio de su vida que es también misterio de pobreza. Una pobreza que es apertura humilde y llena de esperanza en la Anunciación, servicio sencillo y afectuoso en la Visitación, un caer en la cuenta de las necesidades de los demás en Caná, un saber renunciar a los gozos de Madre cuando el hijo se encamina definitivamente hacia la misión, impotencia frente al misterio de la Pasión -qué doloroso debió de ser para Ella no poder hacer nada para suavizar el destino el Hijo y aceptar ser salvada por Él-, cuánta humilde pobreza encierra en este momento su SI de fecundidad al pie de la Cruz… María, la pobre nos invita a enriquecer nuestra pobreza de estos matices.

La vida de María, la Virgen pobre, no la podemos imaginar más que en un marco de pobreza real y efectiva, de sencillez, de austeridad y trabajo.

Fuente: religiosasdemariainmaculada.org