En estos nuevos tiempos para la evangelización queremos mirar e invocar
continuamente a quien es Estrella de la Evangelización siempre
renovada[3].
Ella, cual radiante estrella del mar, nos orienta y guía en este apostólico
remar mar adentro. Este remar mar adentro, como nos ha enseñado
nuestro Fundador, posee una doble dimensión: la primera dimensión nos
invita a ingresar a lo profundo de nosotros mismos, de nuestra
mismidad, para abrirnos al encuentro con el Señor Jesús que toca a la
puerta de nuestros corazones (ver Ap 3,20). ¡"Remar"
hacia lo más profundo de nosotros mismos nos conduce al encuentro con
el Señor Jesús! En ese encuentro interior con el Señor brota el
ardor y empuje para anunciarlo, y esta es la segunda dimensión
de este remar mar adentro. «Remar mar adentro es una invitación
a compartir esa alegría, a compartir ese tesoro que tenemos en el corazón.
¡La mayor riqueza es Cristo!»[4].
Así, pues, remar mar adentro «es un programa de encuentro con el Señor
y de compartir su verdad, su vida, con nuestros hermanos»[5].
María guía nuestros pasos al encuentro del Señor y nos acompaña en
la travesía hacia nuevos horizontes de apostolado. Su ejemplo nos educa
en esta tarea de cooperar al fuerte soplo del Espíritu que hincha las
velas de la barca sin dejar de remar mar adentro en su doble dimensión
de encuentro y anuncio.
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[3]
Ver Evangelii nuntiandi, 82; Puebla, 303; Santo
Domingo, 15.
[4]
Luis Fernando, Plática pronunciada en el Encuentro MVC, Lima,
9 de febrero de 2002.
[5]
Luis Fernando, allí mismo.
Fuente: caminohaciadios.com