Ejemplo para toda la Iglesia en el ejercicio del culto divino, María es
también, evidentemente, maestra de vida espiritual para cada uno de los
cristianos. Bien pronto los fieles comenzaron a fijarse en María para,
como Ella, hacer de la propia vida un culto a Dios, y de su culto un
compromiso de vida. Ya en el siglo IV, S. Ambrosio, hablando a los
fieles, hacía votos para que en cada uno de ellos estuviese el alma de
María para glorificar a Dios: "Que el alma de María está en cada
uno para alabar al Señor; que su espíritu está en cada uno para que
se alegre en Dios" (63). Pero María es, sobre todo, modelo de
aquel culto que consiste en hacer de la propia vida una ofrenda a Dios:
doctrina antigua, perenne, que cada uno puede volver a escuchar poniendo
atención en la enseñanza de la Iglesia, pero también con el oído
atento a la voz de la Virgen cuando Ella, anticipando en sí misma la
estupenda petición de la oración dominical "Hágase tu
voluntad" (Mt 6, 10), respondió al mensajero de Dios:
"He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu
palabra" (Lc 1, 38). Y el "sí" de María es para
todos los cristianos una lección y un ejemplo para convertir la
obediencia a la voluntad del Padre, en camino y en medio de santificación
propia.
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63.
Expositio Evangelii secundum Lucam, II, 26: CSEL 32, IV, p. 55,
S. Ch. 45, pp. 83-84.
Exhortacion
Aostólica: Marialis Cultus
Fuente: Vatican.va