Madre de la Divina Gracia

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a) “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn. 19,26). En este momento solemne de la Cruz, Cristo no 
la llamó Madre, pues no le habla como hijo, sino como Dios. San Juan nos representa a 
todos nosotros por eso a todos se nos da como Madre, y el Vaticano II la ha proclamado, 
siguiendo toda la tradición, Madre de la Iglesia. Estupendo descubrimiento para cada 
cristiano: La Madre de Dios es mi Madre! S. Estanislao de Kostka con razón decía: No la 
he de querer si es mi Madre? La queremos así todos nosotros? 
b) “Después dijo al discípulo: he ahí a tu Madre” (Jn. 19,27). Madre no solo adoptiva, sino 
con toda propiedad, puesto que nos da la vida. Porque nos da a Cristo, vida del alma; y 
más exactamente, porque nos da la gracia santíficante, que es la vida sobrenatural (algo 
real y físico, que consiste en la unión con Cristo). Más vale en nosotros la vida 
sobrenatural (con la cual participamos de la misma vida y felicidad de Dios) que la vida 
natural. Luego más Madre tuya es la Virgen que tu madre que te dio el cuerpo.