Virgen prudentísima

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a) “Se turbó, preguntádose qué podría ser este saludo” (Lc. 1,29). Prudentísima, porque turbada calló, interpelada escuchó, preguntada respondió; prudentísima porque había prometido no conocer varón, porque creyó las palabras del enviado de Dios, porque supo entregarse como esclava suya. Qué modelo para nuestra locuacidad, nuestra 
sensualidad, nuestro escepticismo y orgullo ante la Revelación y el Magisterio! Compara con sus ejemplos tu manera de ser, y pídele imitarla. 
b) “Las vírgenes prudentes tomaron aceite para sus lámparas” (Mt. 25,4). Y María llenó su lámpara de fe: “Felíz porque has creído” le saludó Santa Isabel. Llenó su lámpara de amor: “Mi amado es mío y yo suya”, dice el Cantar de los Cantares (2,16). Llenó su lámpara de esperanza: “Guardaba todas las palabras de Jesús en su Corazón” (Lc. 
2,51). Yo soy la Madre del amor hermoso y del temor y del conocimiento y de la santa esperanza. Doy con todas estas cosas los bienes eternos a mis hijos”

Fuente: Cristorey.org