Grandes milagros de la Virgen de Guadalupe

Padre Pablo Arce Gargollo


Los milagros no se acabaron al plasmarse la imagen en el lienzo...

1531- Construída y aparejada la ermita del Tepeyac, se organizó una solemne procesión para trasladar la sagrada Imagen. La calzada rebosa de gentes; van no pocos naturales. Uno de los arqueros dispara al aire haciendo alarde, pero la flecha fue a clavarse en la garganta de un desventurado que cayó como muerto. Lo llevaron ante la sagrada Imagen de la Vírgen, le sacaron la flecha y, no sólo resucitó, sino que se le sanaron las heridas.

1554- Hubo una gran peste que se llevó a más de 12 mil personas. Se hizo una gran procesión, con cantos, desde el convento de Tlaltelolco hasta el Santuario, suplicando su ayuda: al día siguiente comenzó a disminuir la epidemia hasta desaparecer por completo.

1555- Un hijo de don Antonio Carbajal, figura prominente de la ciudad de México —pues fue declarado regidor perpetuo de la misma—, habiéndosele desbocado el caballo y corriendo sin freno pareciéndole al joven que de un momento a otro se estrellaría entre las rocas sin remedio, se encomendó entonces con toda su fe a la Vírgen de Guadalupe. La Vírgen —según refirió después—, se apareció frente a él y la cabalgadura se prosternó mansamente ante Ella.

1695- Azota a la ciudad una peste, llamada de «tabardillo» en la que mueren muchos; mas al terminar una piadosa novena a la Madre de Guadalupe cesó enteramente.

1736-1737- En 1736 se juntan una serie de calamidades para la ciudad: una epidemia de peste de «matlazahuatl» (fiebre tifoidea) en la que perecieron más de 40 mil personas; a principios de septiembre hubo un gran temblor y por el mes de diciembre varios huracanes que los naturales llamaron «vientos de la muerte».
A principios del año 1737 el Arzobispo decide hacer una solemne novena a la Vírgen de Guadalupe pero seguía desarrollándose la epidemia. Entonces, el arzobispo-virrey don Juan Antonio Vizarrón, a petición de los concejales, nombra a Nuestra Señora de Guadalupe patrona principal de la nación, y el 12 de diciembre como fiesta principal.
El decreto fue promulgado el 23 de mayo con gran regocijo del atribulado pueblo, y la peste cesó, ya que en ese día no se reportó ningún difunto.

1751- El navío llamado «El Gavilán», de don. Juan Ruiz de Peralta, naufraga en una espantosa tormenta y sólo quedan a flote los marineros que se agarran tenazmente a unas tablas y a un mástil de la hundida nave. Invocan con gran fe a la Vírgen de Guadalupe y unánimes aseguran que se les apareció en el horizonte y, al poco, se calmó el mar y una suave brisa los acercó a tierra, salvándose todos. En agradecimiento, llevaron el mástil salvador desde las costas de Veracruz hasta el Santuario y lo colocaron frente a la iglesia del Pocito. Fue destruido por un fuerte viento en 1916.

1791- Mientras limpiaban el marco de plata de la Imagen —con una mezcla de ácido nítrico y agua— parte cayó sobre el cuadro en el extremo superior derecho. No obstante la acción corrosiva del ácido, el lienzo no fue destruido. Tan sólo quedó una mancha como «de agua pasada en tela de algodón o cerquillo». Nuestra Madre protegió su Imagen, como en tantas otras ocasiones lo ha hecho, del maltrato de los hombres.

1850- Se dice que, luego de un triduo en su honor, salva a la población de la ciudad de México de la peste del cólera.

1921- El 14 de noviembre un individuo —pobre instrumento de un odio estéril que no llevó a nada— hace estallar una poderosa bomba, escondida entre unas flores, colocadas a los pies del cuadro de la Guadalupana. Milagrosamente no se destruye, ni siquiera se rompe el vidrio protector de la Sagrada Imagen, aunque sí resultan dañados el retablo de mármol, el pesado crucifijo de bronce y muchos objetos de la Basílica y casas vecinas . 

1531-HOY- Los favores y milagros que hace son incontables y muchos de ellos no se conocen públicamente. De siempre ha sido Nuestra Señora de Guadalupe visitada por millones de enfermos —de alma y cuerpo— que buscan y encuentran en Nuestra Madre auxilio eficaz, consuelo y, muchas veces, la salud.

No hay que olvidar que la Vírgen dijo a san Juan Diego: «¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿Y no estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué mas has menester?».

Fuente: elobservadorenlinea.com