Una devoción muy hermosa

Padre Ángel Gómez Escorial

 

1.- En España la devoción popular –con muchos siglos de antigüedad—se jalona en la cercanía y presencia de Santa María, la Virgen de Nazaret. No podía comprenderse la evolución y afianzamientos de la nuestra fe sin la permanente y maternal tutela de Maria. La Devoción a la Virgen del Pilar se basa en una leyenda, hermosa y muy antigua. No hay precisiones históricas al respecto. Dicha leyenda nos informa de un momento difícil de un amigo de Jesús. Del Apóstol Santiago que desanimado por sus pocos éxitos en la extensión de la Palabra de Dios en el territorio de Hispania ya estaba a punto de abandonar. Y, entonces, sobre un pilar, sobre una columna, parte de una construcción, se le apareció la Madre de Jesús, confortándole y profetizando sobre el gran futuro de la fe en las tierras de la Península Ibérica. Tuvo que aparecerse María de Nazaret todavía en vida y Santiago recibió esa fuerza poco antes de ser martirizado en Jerusalén. 

Y si la leyenda no fuera cierta –que, sin duda, lo es—la promesa se habría cumplido. España y Portugal son tierras de mucho fruto para los discípulos de Cristo. Y desde aquí la fe cristiana viajó a América, donde, obviamente, los frutos fueron sobreabundantes. La comunidad católica de toda América es una de las más numerosas del mundo. Y si extrapolamos las diferencias entre las diferentes iglesias americanas, del norte y del sur, --e incluso con las que no rinden culto a María—pues tendríamos la concentración más elevada de cristianos de todo el mundo. Hoy no puede contemplarse la festividad de la Virgen del Pilar dejando fuera la realidad cristiana de toda América. Y decíamos que era una realidad muy antigua, porque en el sentido histórico documentado desde el siglo noveno a este veintiuno –primero del Tercer Milenio—el culto a Maria del Pilar se ha venido observando ininterrumpidamente a orillas del río Ebro, en la ciudad española de Zaragoza. El Papa Clemente XII concedió para España la misa y el oficio propio de la Virgen del Pilar. Pío VII aumentó el rango litúrgico de la celebración y un Papa contemporáneo, Pío XII, concedió a las naciones de Iberoamérica la misa y el oficio en la fiesta de Nuestra Señora del Pilar. 

2.- En cuanto a las lecturas son todas de fuerte significado mariano. El fragmento del Libro de las Crónicas que hemos escuchado en la entronización del Arca de la Alianza, en la tienda que David había preparado. Después hubo una gran fiesta litúrgica plena de alegría. María representa el Arca de la Nueva Alianza pues su humanidad purísima llevo encima a Jesús, el salvador del Mundo. Esta alegoría de la Nueva Arca es certera y plena de significado. Hemos elegido como segunda lectura el fragmento de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios en la que se habla de la “muerte de la muerte”. Es decir, de la desaparición del último enemigo de Cristo que es la muerte. La Virgen María en su formidable colaboración para que esa victoria fuera posible se convierte en protagonista importante. Ella misma, por deseo de su Hijo, venció a la muerte y permanece en Cuerpo y Alma en la Gloria de Dios Padre. El texto de Pablo corrobora la existencia de ese mundo de vida eterna en el que, un día, todos los hombres y mujeres convivirán en cuerpo y alma. Hoy ya lo hacen Jesús y su Santa Madre.

3.- El texto evangélico es de Lucas, muy breve. Y hace referencia a ese grito de admiración de una mujer que celebró la existencia de Jesús invocando a su madre. “Dichoso –dijo-- el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.” Es una manifestación de júbilo que se produce también en nuestra vida actual. El muy repetido “¡Viva la Madre que te parió!”, dicho rectamente, es equivalente al grito evangélico. Y desde luego nadie podrá negar el haberlo escuchado alguna vez dentro de un clima de admiración profunda por alguien. Pero, como es lógico, es más importante e interesante la respuesta de Jesús. “Mejor dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.” En realidad, él estaba describiendo algo muy importante en María: ella escuchó la palabra de Dios, la aceptó sin titubeos y protagonizó el hecho más importante de la historia de la humanidad: poner en la vida cotidiana de los humanos a un Dios, entero y verdadero, que salvaría a sus hermanos, haciéndose uno de ellos y dando a la condición humana una realidad divina, nunca antes vista.

4.- Es obvio que existe una gran admiración por María de Nazaret. Su culto es importante y muy rico. Hay muchos millones de seres humanos que viven en la satisfacción y alegría de tenerla como intercesora ante su Hijo, Dios y Hombre verdadero. Sin embargo, para algunos –y no son pocos—se le resta importancia. La reforma protestante limitó su presencia en el culto hasta casi desaparecer. Es posible, no obstante, que en algunas zonas del catolicismo se pudiera haber exagerado o desenfocado su realidad. Pero cada vez se abre hacia Maria una admiración más completa y se hace en torno a ella un reconocimiento de su importante papel en la Redención. No hay más que leer a Lucas para entender esa importancia. Hoy mismo desde muchos sectores de las Iglesias reformadas se está dando su justo sitio a María de Nazaret, sacándola del olvido o de la “prohibición”. Ello es bueno y, así, debemos aprovechar la fiesta de hoy para agasajar muy especialmente a la Madre del Salvador. Nos traerá alegría y sosiego. Y será como un acompañamiento dichoso en nuestro camino se seguimiento de Cristo. No dejemos pasar esta fiesta grande dedicada a la Virgen María para crecer –más y más—en nuestra fe, en nuestra esperanza, en nuestro amor por Dios y por los hermanos. 

Fuente: betania.es