Cuando
nos adentramos en el misterio del amor de Dios no podemos por menos de
glorificar al Señor porque «hace obras grandes», porque en verdad ha
hecho obras grandes en la Madre de su Hijo.
Y no podemos por menos también de mostrar nuestra gratitud al Señor
porque nos concedió nacer y, de alguna manera, nos puso bajo la
protección y amparo de su muy Santa Madre.
Protección y amparo que hemos experimentado de manera muy plausible y
en muchas ocasiones a lo largo de nuestra vida.
Hoy nos concede contemplar el misterio de
esta Mujer que supo, ante todo, amar y que plasmó en ese dejarse hacer
por Dios que caracterizó toda su vida.