Orar ante Iconos: El Icono de la Madre de Dios

 

Padre Alberto María, fmp.

 

 

 
 

Hombres que confían en Jesús

La Madre del Señor nos recuerda, pues, la necesidad que tenemos nosotros en primer lugar, y el mundo en segundo lugar, de ser hombres de fe. 
Es decir, hombres que confían en Jesús o, mejor, por este orden, hombres que creen que lo que ha dicho Jesús es verdad, y lo creen por encima de todo. 
Hombres, en segundo lugar, que confían de verdad en el Señor y le entregan toda su vida. 
En tercer lugar, hombres que se dejan, por tanto, conducir por Dios y son obedientes a la Palabra del Señor. 
No podemos por menos, aunque sea brevemente, de resaltar el aspecto de obediencia que encierra la fe. Pues no se trata de una fe respecto a unos dogmas o principios de vida establecidos por Jesús, reafirmando las antiguas Escrituras, sino de un obediencia a sus palabras, un «hacer lo que El os diga» (Jn 2, 5), un llamarle Señor y obedecerle (cfr. Lc 6, 46), como el siervo a su señor, como el hijo a su padre, como el hombre a su Dios. 
De ahí la promesa de dicha y felicidad en la tierra como en el cielo que nos hace el propio Jesús: «Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica» (Lc 11, 28).
Por ello, Isabel, dirá entre líneas: «Dichosa tú, porque todo eso que tú eres dará en ti frutos de vida eterna. El Señor nacerá de ti para nuestra salvación».