Devocion a María Para El Siglo 21

Monseñor John J. Nevins, D.D.

 

María quizá tenía 14 años cuando el ángel Gabriel vino a visitarla. Su vida no era tan simple. Estaba comprometida en matrimonio y hacía ya el trabajo como toda mujer, lavar, preparar la comida de cada día, ayudar a su madre a moler los granos de trigo, cocer el pan, hacer vestidos y otras tareas.

María no tenía tiempo libre, pero buscaba la manera de encontrar tiempo para conocer al Señor y amarle. San Lucas nos dice que cuando el ángel Gabriel se apareció a María ella "se conturbó". Algunos traductores dicen que ella se "se sorprendió" o "quedó muy confundida". María oyó las palabras de Gabriel, y Lucas nos deja aclaro que María no tenía idea de lo que se le estaba pidiendo. Lo que ella supo fue que Dios estaba pidiéndole algo.

Cuando María pudo concentrarse en sus pensamientos acerca de lo que se le estaba pidiendo, quizá se inclinó a responder como hacíamos nosotros de jóvenes en la escuela. ¿Se acuerdan cuando el profesor en la clase preguntaba algo que no sabían? ¿Recuerdan como se sentían? "¡Oh, por favor...No me pregunte a mí!...¡No estoy preparado!". Nuestros recuerdos están llenos con historias de personas que fueron llamadas, que se les preguntó, que se les pidió hacer cosas que no querían hacer o que se sentían no preparadas para hacerlo. Moisés, por ejemplo, trató de escapar de confrontar al Faraón con la excusa de que él no podía hablar suficientemente bien. Jeremías, llamado a ser profeta en una nación descarriada, respondió: "Yo no se cómo hablar...Yo soy demasiado joven!". Dios con frecuencia llama a personas a tomar importantes responsabilidades que no sospechaban o no se sentían preparadas para llevarlas a cabo y ciertamente no lo hubieran estado en un millón de años. La sorpresa de la llamada y la renuencia para aceptarla ha producido respuestas comunes como estas: "¿Quién soy yo?" "¿Por qué a mí?" "¿Cómo puede ser esto?" "Soy demasiado joven; demasiado viejo". "Tengo familia que depende de mí".

Una adolescente judía no casada, a quien se le pidió tener un hijo, respondió: "¿Cómo puede ser esto? Yo soy virgen". María pudo haber dudado un momento pero su fe y confianza en Dios rápidamente ganó. Entonces ella dio su cuerpo, se dio a sí misma, su vida a los ocultos designios de Dios. Amar en acción puede ser como nos recordaba Dostoevsky, "una áspera y dolorosa realidad". Incluso puede acarrear la cruz. Pero María no tiene miedo a amar. Ante este importante y desconcertante acontecimiento que se estaba encarnando en ella, dio una bella respuesta: "Hágase en mí, según tu palabra" (Lc. 1, 38). Lo admirable es que lo que Dios quiere para la raza humana es posible realizarlo a través de aquellos que desean cooperar y ser parte de la obra de Dios, gente como María.

¡Sí, que esto suceda! Esta fue la piedra angular de la vida de María a partir de aquel momento, y ésta es la llave para enfrentarnos a las dificultades de la vida como seguidores de Cristo. Nosotros trabajamos duro. Encontramos formas de terapia. Encontramos ayuda en otros. Hagamos todo lo que podamos, pero siempre en el contexto del "sí" (fiat) de María; "Que se haga en mí como has dicho". Diga esto, y quiéralo realmente, y el poder del amor de Dios dentro de usted saldrá a la luz.

¿Crees en lo más profundo de tu alma que la voluntad de Dios es siempre lo mejor? ¿Crees realmente que nunca serás feliz hasta que aceptes la voluntad de Dios como lo mejor? "¡Oh Dios, no permitas que esto suceda!...Pase lo que pase, que se cumpla como has dicho".

El verdadero significado de las cargas pesadas que llevamos, como individuos, como miembros de una familia y como miembros de toda la sociedad, puede entenderse solo en este contexto. "Que se cumpla", es el secreto de una vida fecunda. La mayor parte de nosotros acudimos a Dios desesperadamente en los momentos de dificultad. Esto sucede cuando realmente nos unimos a los sufrimientos de Cristo al participar en la Misa. Cada día, en el trabajo o en casa, detente de cuando en cuando por un momento, solo un instante y dí: "Hágase... Que se haga en mí como has dicho".

Fuente: dioceseofvenice.org