El rezo del rosario y la paz

Aida Trulles

 

Como señala el Concilio Vaticano II "La participación en la sagrada liturgia no abarca toda la vida espiritual. (...) Se recomiendan encarecidamente los ejercicios piadosos del pueblo cristiano"(SC 12-13). Entre los ejercicios piadosos más recomendados por la Sede Apostólica se encuentra el rezo del rosario mariano. Siguiendo la máxima evangélica "por sus frutos los reconoceréis" (Mt 7,20), podemos considerar que el rezo del rosario es una oración poderosa a los ojos de Dios, ya que ha obtenido de El muchas gracias para bien de la Iglesia y de la humanidad.

Reflexionando sobre el motivo del gran poder intercesor de este ejercicio piadoso, podemos considerar que se debe a su misma estructura. El rosario se inicia con el rezo del Padrenuestro, la oración cristiana por excelencia, que el mismo Señor nos enseñó en ella se honra a Dios Padre y se suplica su ayuda. Prosigue con el rezo del Ave María, con la cual honramos a Dios en el misterio de la encarnación del Verbo, y suplicamos insistentemente la intercesión de María Santísima. Ella, que es considerada la medianera de todas las gracias, no deja de presentar nuestras necesidades a su Hijo, y El, como Dios, no deja de escuchar benignamente a su Madre. Finaliza con la glorificación de la Santísima Trinidad. Esta oración vocal está unida a la oración mental, ya que meditamos la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Se ha considerado que en el rezo del santo rosario está el compendio de todo el Evangelio.

El rezo del rosario, como otras formas de oración, e incluso la misma vida de oración, ha entrado en crisis desde hace décadas. Se dice que es para la gente inculta y, el rezo del oficio divino, para las personas que están formadas espiritual e intelectualmente. Esta tesis la contradicen, entre muchos otros, el testimonio de Teresa de Jesús y Juan Pablo II.

Santa Teresa, la gran orante, considerada como maestra en la oración mental y de los espirituales, a quien el Señor concedió alcanzar las máximas cumbres de la mística, ella por ocupaciones que tuviera no dejaba de rezar el rosario. En una ocasión, cuando encontrándose mal se quería excusar de hacer oración, empezó a rezar el rosario. Mientras lo rezaba, el Señor le concedió una gracia muy especial "Parecíame estar metida en el cielo, y las primeras personas que allá vi fue mi padre y mi madre y tan grandes cosas..." (V 38,1).

Juan Pablo II, hombre de gran categoría espiritual, y de profunda formación intelectual, no deja de rezar constantemente el rosario y de recomendarlo a todos, porque sabe por experiencia los grandes dones que alcanza de Dios, y la gran necesidad que tiene la Iglesia y la misma humanidad de estos dones. En las dos más importantes apariciones de la Virgen en el siglo XIX y XX, reconocidas oficialmente por la Iglesia, en Lourdes y en Fátima aparece la Virgen María asociada al rezo del rosario y exhorta a todos para que lo recen.

El rosario es el ejercicio piadoso que se ha mostrado más poderoso para alcanzar de Dios el don de la paz. En plena I Guerra Mundial, la Virgen en Fátima, en cada una de sus apariciones insistió a Jacinta, Francisco y Lucía que rezaran el rosario todos los días para obtener la paz del mundo. Incluso les catequizó sobre la forma como podían rezarlo mejor, veamos su insistencia 1ª aparición "Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra"; 2ª aparición "que recéis el rosario todos los días"; 3ª aparición "Quiero que (...) continuéis rezando el rosario todos los días en honra a Nuestra Señora del Rosario, con el fin de obtener la paz del mundo y el final de la guerra porque sólo Ella puede conseguirlo"; 4ª aparición "Deseo que sigáis rezando el rosario todos los días"; 5ª aparición "Continuad rezando el rosario para alcanzar el fin de la guerra"; sexta y última aparición "que continúen rezando el rosario todos los días. La guerra está acabándose y los soldados volverán pronto a sus casas".

De la insistencia de la Virgen en que los pastorcillos rezaran el rosario para alcanzar la paz del mundo y que al sexto mes la guerra estuviera acabándose, se puede deducir que el rezo del rosario alcanza de Dios el don de la paz y ésta se hace pronto realidad entre los hombres. Poco antes de morir la beata Jacinta, dirá a su prima Lucía "Que pidan la paz al Inmaculado Corazón de María, que Dios la confió a Ella".

Juan Pablo II quiso que se iniciara el año mariano de 1987-1988 con el rezo del rosario a escala mundial. Él mismo dirigía el rezo desde la basílica de Santa María la Mayor, acto conectado por medios audiovisuales con 16 santuarios marianos del mundo entero, entre ellos la basílica del Pilar. Rezo retransmitido por cuarenta canales de televisión del mundo entero, con un público potencial de mil millones de personas. Fueron no pocas las personas de todo el mundo que se unieron al rezo de este rosario. A los pocos meses de finalizar el año mariano tuvo lugar la caída del bloque comunista, aquel bloque que había dejado un reguero de sangre de más de cien millones de personas, de los cuales unos 200.000 eran religiosos.

Este testimonio histórico nos puede animar a rezar diariamente el rezo del rosario para que Dios conceda la paz a Euskadi. Quizás no sea ésta la forma de oración que vaya mejor con la psicología o con los criterios intelectuales o espirituales de algunos cristianos, y pueda significar para ellos un verdadero sacrificio. Pero evitar la muerte de más personas inocentes, alcanzar la concordia y la paz para Euskadi y para todos los países que están en guerra, bien vale el sacrificio que pueda significarles rezar cada día el rosario

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