El Secreto admirable del Santísimo Rosario. 

San Luis María Grignon de Montfort

Quinta Decena. De cómo debe rezarse el Rosario.


43a Rosa

122) Así como no existe oración más meritoria para el alma y más gloriosa para Jesús y María que el Rosario bien rezado, no hay tampoco ninguna oración más difícil de rezar bien y perseverar en ella, particularmente por las distracciones que vienen como naturalmente de la frecuente repetición de la misma súplica.
Cuando se reza el oficio de la Virgen Santísima, los siete salmos o cualquier otra oración que no sea el Rosario, el cambio o diversidad de términos de que se componen tales oraciones detiene la imaginación y recrea el espíritu, dando al alma, consiguientemente, facilidad para rezarlas bien. Pero en el Rosario, como son siempre los mismos padrenuestros y avemarías y combinados de igual modo es bien difícil no cansarse, no dormirse y no dejarlo para seguir otros rezos más recreativos y menos molestos. Esto es lo que hace que se necesite infinitamente más devoción para perseverar en el rezo del Santo Rosario que en ninguna otra oración, aunque sea ésta el salterio de David.

123) Y aumentan esta dificultad nuestra imaginación, tan inquieta que ni un solo momento está en reposo, y la malicia del demonio, tan infatigable para distraernos e impedir nuestra oración. ¿Qué no hará contra nosotros este espíritu malo, mientras nosotros rezamos el Rosario contra él? Acrecienta nuestra natural languidez y nuestra negligencia. Antes de la oración aumenta el hastío, las distracciones y el decaimiento; durante la oración nos asalta por todas partes, y cuando hemos terminado de orar entre mil trabajos y distracciones, nos dice: "No has hecho nada meritorio, tu Rosario nada vale, mejor te fuera trabajar y ocuparte en tus negocios; pierdes el tiempo en rezar tantas oraciones vocales sin atención; media hora de meditación o una buena lectura valdría mucho más. Mañana, que no tendrás tanto sueño, rezarás con más atención, deja el resto de tu Rosario para mañana." De este modo, el diablo, con sus artificios, consigue con frecuencia que se abandone el Rosario más o menos por completo o siquiera que se difiera.

124) No lo creais, amados cofrades del Rosario, y tened valor; pues aunque durante todo el Rosario haya estado vuestra imaginación llena de distracciones e ideas extravagantes, si las habéis procurado desechar lo mejor posible desde el momento en que os apercibisteis de ello, vuestro Rosario es mucho mejor, porque es más meritorio y tanto más meritorio cuanto más difícil; y es tanto más difícil cuanto resulta naturalmente menos agradable al alma estar lleno de las enojosas moscas y hormigas de las distracciones que recorren nuestra imaginación, a pesar de nuestra voluntad, no dejando así al alma tiempo para gustar lo que dice y reposar en paz.

125) Si es preciso que luchéis durante todo el Rosario contra las distracciones, combatid valientemente con las armas en la mano; es decir, continuando el Rosario, aunque sin gusto ni consuelo sensible; es un terrible pero saludable combate para el alma fiel; si rendís vuestras armas, es decir, si dejáis el Rosario; estáis vencidos, y por el momento el demonio, vencedor de vuestra firmeza, os dejará en paz, y en el día del juicio os reprochará vuestra pusilanimidad y infidelidad. "Qui fidelis est in minimo et in majori fidelis est" (4): El que es fiel en las cosas pequeñas lo será también en las grandes.
El que es fiel en rechazar las pequeñas distracciones durante una breve plegaria será también fiel en las cosas grandes. Nada, en efecto, más cierto que este principio, pues el Espíritu Santo es quien lo ha dicho. Valor, pues, buenos servidores y fieles siervos de Jesucristo y de la Santísima Virgen, que habéis tomado la resolución de rezar el Rosario diariamente. Que la multitud de moscas, yo llamo así a las distracciones que os hacen la guerra mientras rezáis, no sea capaz de obligaros indignamente a dejar la compañía de Jesús y María en la que estáis al rezar el Rosario. Pondré después los modos de disminuir las distracciones.