El Secreto admirable del Santísimo Rosario. 

San Luis María Grignon de Montfort

Quinta Decena. De cómo debe rezarse el Rosario.


48a Rosa

145) Pero a nuestra confianza unamos en quinto lugar la perseverancia en la oración. Sólo el que persevera en pedir, buscar y llamar recibirá, encontrará y entrará. No basta con pedir a Dios una gracia durante un mes, un año, diez años, veinte; no hay que aburrirse, "et non deficere", es preciso pedir hasta la muerte y estar resuelto a obtener lo que se pide para la salvación o a morir, y aun es preciso unir a la muerte la perseverancia en la oración y la confianza en Dios y decir: "Etiam si occiderit me, sperabo in eum" (22): Aun cuando quisiera darme la muerte, esperaría en Él y de Él lo que pido.

146) La liberalidad de los ricos y grandes del mundo muéstrase previniendo por sus beneficios lo que necesitan los demás, aun antes que se lo pidan; pero Dios, por el contrario, muestra su magnificencia en hacer buscar durante mucho tiempo y hacer pedir las gracias que quiere conceder, y cuanto más preciosa es la gracia que quiere otorgar, más tiempo difiere su concesión:
1) Para aumentarla de ese modo.
2) Para que quien la reciba la tenga en gran estima.
3) Para que tenga cuidado de no perderla después de recibida; porque no se estima mucho lo que en un momento y con poco trabajo se consigue.
Perseverad, pues, amados cofrades del Rosario, pidiendo a Dios por el Santo Rosario todas vuestras necesidades espirituales y corporales, y particularmente, la divina Sabiduría que es un tesoro infinito. "Thesaurus est infinitus" (23); y tarde o temprano la obtendréis infaliblemente, con tal que no lo dejéis ni perdáis ánimos durante vuestra carrera. "Grandis enim tibi restat via" (24).
Porque aún os falta mucho camino por recorrer, muchos malos tiempos que atravesar, muchas dificultades que remover, muchos enemigos que vencer, antes de reunir tesoros bastantes para la eternidad, muchos padrenuestros y avemarías para adquirir el paraíso y ganar la corona hermosísima que espera todo fiel cofrade del Rosario.
"Nemo accipiat coronam tuam" (25): Cuidad que otro más fiel que vos en rezar diariamente su Rosario no os la quite. "Coronam tuam": era vuestra, Dios os la había preparado, era vuestra, y la teníais casi ganada con vuestros Rosarios bien rezados, y por haberos detenido en tan hermoso camino, por donde caminabais tan bien, "currebatis bene" (26), otro que os adelantó, llegó el primero, otro más diligente y más fiel adquirió y pagó con sus Rosarios y buenas obras lo preciso para comprar esta corona.
"Quid vos impedivit?" (27). ¿Quién os ha impedido tener la corona del Santo Rosario? ¡Ah, los enemigos del Santo Rosario, que son muchos!

147) Creedme, solamente alcanzarán esa corona los esforzados que la arrebatan violentamente, "violenti rapiunt" (28). No son estas coronas para los medrosos que temen las burlas y amenazas del mundo, ni tampoco para los perezosos y holgazanes que rezan el Rosario con negligencia o a la fuerza o por rutina y con intervalos, según su fantasía; no son estas coronas para los cobardes que se descorazonan y deponen las armas cuando ven a todo el infierno desencadenado contra su Rosario.
Si queréis, amados cofrades del Rosario, entrar al servicio de Jesús y María rezando diariamente el Rosario, preparad vuestra alma para la tentación: "Accedens ad servitutem Dei, praepara animam tuam ad tentationem" (29). Los herejes, los libertinos, los hombres de bien del mundo, los semidevotos y falsos profetas, de acuerdo con vuestra corrompida naturaleza y el infierno todo, os presentarán terribles combates para obligaros a abandonar esta práctica.

148) Para preveniros contra los ataques, no tanto de los herejes y libertinos declarados como de la "gente buena" -según el mundo-, y aun de las personas devotas a quien esta práctica no agrada, voy a escribiros con sencillez algo de lo que a diario dicen y piensan:
"Quid vult seminiverbius ille? Venite, opprimamus eum, contrarius est enim" (30), etc.: ¿Qué quiere decir este gran rezador de Rosarios? ¿Qué es lo que musita a horas? ¡Qué holgazanería! No hace otra cosa que rezar Rosarios, mejor le fuera trabajar, sin divertirse con tantas santurronerías. ¡Claro que sí! ¡No hay más que rezar el Rosario, y las alondras caerán tostadas del cielo! ¡El Rosario nos traerá algo bueno para cenar! Dice Dios: Ayúdate y te ayudaré, ¿para qué recargarse con tantas oraciones? "Brevis oratio penetrat coelos." Bastan un padrenuestro y un avemaría bien dichos. Dios no nos impuso el Rosario. Es bueno cuando se tiene tiempo, pero no tendremos menos facilidad de salvarnos por eso. ¡Cuántos santos hay que no lo rezaron nunca!
Hay gentes que juzgan a todos por su medida, indiscretos que todo lo llevan al extremo, hay escrupulosos que encuentran pecado donde no lo hay y dicen que todos los que no recen el Rosario se condenarán.
Rezar el Rosario es bueno para mujercillas ignorantes que no saben leer. ¡Rezar el Rosario! ¿No es mejor rezar el Oficio de la Santísima Virgen o los siete salmos? ¿Hay nada tan hermoso como esos salmos, dictados por el Espíritu Santo?
¿Os habéis habituado a rezar el Rosario todos los días? ¡Humo de paja que poco durará! ¿No sería mejor echarse encima menos carga y ser más constante? Vaya, querido amigo, creedme, haced bien vuestra oración por la mañana y por la noche, trabajad por Dios durante el día, Dios no os pide más; si no tuvieseis, como tenéis, que ganaros la vida, pudiera pasar que os distrajeseis en rezar el Rosario; podéis rezarlo los domingos y fiestas a vuestra elección, pero no en los días laborables; tenéis que trabajar.
¡A qué un Rosario tan grande como el de las mujeres! Yo los he visto de una decena, que vale tanto como el de quince decenas. ¡Qué! ¡Llevar el Rosario en la cintura!, ¡qué gazmoñería!; os aconsejo ponerlo al cuello como hacen los españoles. Ésos son grandes rezadores de Rosarios; llevan uno grande en una mano y en la otra un puñal para dar un golpe traidor. Dejad, dejad esas devociones exteriores, la verdadera devoción está en el corazón, etc.

149) Muchas personas hábiles y grandes doctores, pero espíritus fuertes y orgullosos, no os aconsejarán quizá el Santo Rosario; os llevarán más bien a rezar los siete salmos penitenciales o algunas otras oraciones. Si algún confesor os puso de penitencia rezar un Rosario durante quince días o un mes, os basta confesaros con uno de esos señores para que os cambie la penitencia en otras oraciones, ayunos, misas o limosnas.
Aun si consultáis sobre lo mismo a algunas personas de oración de ésas que hay en el mundo, como no conocen por experiencia la excelencia del Rosario, no solamente no lo aconsejarán a nadie, sino que disuadirán de ello a los demás, para aplicarlos a la contemplación como si el Rosario y la contemplación fuesen incompatibles y como si tantos santos que fueron devotos del Rosario no hubieran llegado a la más sublime contemplación.
Vuestros enemigos domésticos os atacarán tanto más cruelmente cuanto más unidos estéis con ellos. Quiero decir: las potencias de vuestra alma y los sentidos de vuestro cuerpo, las distracciones del espíritu, el tedio de la voluntad, las sequedades del corazón, los decaimientos y enfermedades del cuerpo, todo esto, de concierto con los espíritus malignos que se mezclan con ellos, os gritarán: Deja tu Rosario, es él quien te da dolor de cabeza; deja tu Rosario, que no hay obligación ninguna de rezarlo, bajo pena de pecado; al menos reza sólo una parte, tus penas son una señal de que Dios no quiere que lo reces, ya lo rezarás mañana que estarás mejor dispuesto, etc.

150) En fin, amado hermano, el Rosario cotidiano tiene tantos enemigos, que considero como uno de los más insignes favores de Dios la gracia de perseverar en su devoción hasta la muerte.
Persevera y tendrás la corona admirable preparada en el cielo a tu fidelidad: "Esto fidelis usque ad mortem et dabo tibi coronam" (31).