|
El Santo Rosario San
Josemaría Escrivá de Balaguer
Primer
Misterio Gozoso: La Anunciación
No
olvides, amigo mío, que somos niños. La Señora del dulce nombre, María,
está recogida en oración.
Tú eres, en aquella casa, lo que quieras ser:
un amigo, un criado, un curioso, un vecino... —Yo ahora no me atrevo a ser
nada. Me escondo detrás de ti y, pasmado, contemplo la escena:
El Arcángel dice su embajada... Quomodo
fiet istud, quoniam virum non cognosco? —¿De qué modo se hará esto
si no conozco varón? (Luc., I, 34.)
La voz de nuestra Madre agolpa en mi memoria,
por contraste, todas las impurezas de los hombres..., las mías también.
Y ¡cómo odio entonces esas bajas miserias de
la tierra!... ¡Qué propósitos!
Fiat mihi secundum verbum tuum. —Hágase
en mí según tu palabra. (Luc., I, 38.) Al encanto de estas palabras
virginales el Verbo se hizo carne.
Va a terminar la primera decena... Aún tengo
tiempo de decir a mi Dios, antes que mortal alguno: Jesús, te amo.
|
|