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El Santo Rosario San
Josemaría Escrivá de Balaguer
Primer
Misterio Doloroso: La Oración en el Huerto
Orad,
para que no entréis en la tentación. —Y se durmió Pedro. —Y los
demás apóstoles. —Y te dormiste tú, niño amigo..., y yo fui también
otro Pedro dormilón.
Jesús, solo y triste, sufría y empapaba la
tierra con su sangre.
De rodillas sobre el duro suelo, persevera en
oración... Llora por ti... y por mí: le aplasta el peso de los pecados de
los hombres.
Pater, si vis, transfer calicem istum a me.
—Padre, si quieres, haz que pase este cáliz de mí... Pero no se haga mi
voluntad, sed tua fiat, sino la tuya. (Luc., XXII, 42.)
Un Ángel del cielo le conforta. —Está
Jesús en la agonía. —Continúa prolixius, más intensamente
orando... —Se acerca a nosotros, que dormimos: levantaos, orad —nos
repite—, para que no caigáis en la tentación. (Luc., XXII, 46.)
Judas el traidor: un beso. —La espada de
Pedro brilla en la noche. —Jesús habla: ¿como a un ladrón venís a
buscarme? (Marc., XIV, 48.)
Somos cobardes: le seguimos de lejos, pero
despiertos y orando. —Oración... Oración...
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