|
El Santo Rosario San
Josemaría Escrivá de Balaguer
Tercer
Misterio Doloroso: Coronación de Espinas
¡Satisfecha
queda el ansia de sufrir de nuestro Rey!
—Llevan a mi Señor al patio del pretorio, y
allí convocan a toda la cohorte. (Marc., XV, 16) —Los soldadotes brutales
han desnudado sus carnes purísimas. —Con un trapo de púrpura, viejo y
sucio, cubren a Jesús. —Una caña, por cetro, en su mano derecha...
La corona de espinas, hincada a martillazos,
le hace Rey de burlas... Ave Rex judæorum! —Dios te salve, Rey de
los judíos. (Marc., XV, 18.) Y, a golpes, hieren su cabeza. Y le
abofetean... y le escupen.
Coronado de espinas y vestido con andrajos de
púrpura, Jesús es mostrado al pueblo judío: Ecce homo! —Ved
aquí al hombre. Y de nuevo los pontífices y sus ministros alzaron el grito
diciendo: ¡crucifícale!, ¡crucifícale! (Joann., XIX, 5 y 6.)
—Tú y yo, ¿no le habremos vuelto a coronar
de espinas, y a abofetear, y a escupir?
Ya no más, Jesús, ya no más... Y un
propósito firme y concreto pone fin a estas diez Avemarías.
|
|