El Rosario, devoción de devociones I

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

Puede ser muy distinta la devoción que unos y otros profesamos a María, respetando la de cada uno en particular, sí podemos hacer tal vez un juicio de las más comunes, que conocemos, y podemos llegar a decir que la mejor es la del rosario, sin que esto vaya en menosprecio de otras formas de devoción. Juan Pablo II nos dice: “Desde hace siglos ocupa un lugar privilegiado en el culto a la Santísima Virgen María”.

Veamos algunas razones:

1.           Tiene sentido trinitario y cristológico:

Toda la historia de la Salvación tiene su centro en Cristo nosotros no podemos poner en el centro de nuestra relación con Dios a otro que no sea Cristo, ya que es el único Abogado que tenemos ante el Padre (1 Jn. 2,1).

ü    Sentido cristológico, pues, en la consideración de  los misterios pasamos por los distintos momentos de la vida de Jesús, desde su Encarnación hasta su Ascensión a los cielos, pasando por el Calvario..

En este proceso salvador encontramos siempre a María junto a su Hijo, pues, por Ella nos vino el Salvador.

Al pensar en Cristo siempre nos acordamos de María, pues, Dios ha querido tenerla siempre unida a Sí en su lucha contra el demonio.

Nosotros no podemos pensar en María sin tener que llegar a Cristo, ya que Ella es el camino corto y seguro para llegar a Dios. María no es el fin de nuestro amor, sino un medio para acrecentar el amor que debemos profesar a Dios.

ü   También tiene un sentido trinitario el rosario, pues, cada misterio se cierra con ese himno de alabanza, “Gloria al Padre...”, que será el programa a realizar por nosotros en toda la eternidad.

Dos verdades fundamentales para nosotros cristianos aparecen en el Rosario: La unidad de Dios y Trinidad de personas, juntamente con la divinidad y humanidad de Cristo.