El Rosario, devoción de devociones II

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

1.      El rosario tiene un hondo sentido Evangélico.

Los misterios que contemplamos son todos ellos sacados de Evangelio.

El recuerdo frecuente de la vida y muerte de Jesús nos tiene que ayudar mucho para nuestra vida espiritual.

Las distintas situaciones de nuestra vida las encontramos en el Evangelio, y éste siempre es actual y tiene algo que decirnos.

Las oraciones que decimos en el Rosario son netamente bíblicas, el padrenuestro está íntegramente en el Evangelio como la primera parte del Avemaría.

 

2.           Marianismo del Rosario. “Es la oración con María” (Juan Pablo II). Si toda devoción mariana está centrada en María, con creces lo tenemos en el Rosario, pues, de los dos tipos de oración que la componen, contemplación y súplica,

ü   Se hace todo desde la perspectiva de María, ya que de su mano nos adentramos en la consideración de los misterios de Cristo, que “Ella meditaba en su corazón” (Lc. 2,19).

ü    En la súplica de la 2ª parte del Avemaría confesamos nuestra condición de hijos pecadores y por esa necesidad acudimos a su mediación.

La Iglesia nos invita insistentemente a que acudamos a las fuentes de la Revelación para que nuestra piedad sea sólida, de ahí que la devoción del Rosario no sea el único caudal, pero sí uno muy importante  para encauzar nuestra religiosidad a las fuentes  limpias de la Palabra de Dios.

Los cuatro últimos Congresos Internacionales Promotores del Rosario han reconocido, según la mente de la Iglesia, que el Rosario es la “Devoción de devociones”.