Oración a la Inmaculada Concepcion

 

SS. Juan Pablo II

 

 

Ave Maria, gratia plena!
Virgen Inmaculada, he aquí que estoy nuevamente a tus pies con ánimo conmovido y reconocido.

Vuelvo a esta histórica Plaza de España en el día solemne de tu fiesta para rezar por la amada ciudad de Roma, por la Iglesia, por el mundo entero.

En Ti, "humilde y alta más que cualquier creatura",
la gracia divina ha realizado una plena victoria sobre el mal.
Preservada de toda mancha de culpa, Tú eres para nosotros, peregrinos por los caminos del mundo,
luminoso modelo de coherencia evangélica y roca valiosísima de segura esperanza. 

Virgen Madre, Salus Populi Romani!
Vela, te ruego, sobre la amada diócesis de Roma:
sobre Pastores y fieles, sobre parroquias y comunidades religiosas.
Vela especialmente por las familias: que entre los cónyuges reine siempre el amor, sostenido por el Sacramento, que los hijos caminen sobre las vías del bien y de la verdadera libertad, los ancianos se sientan rodeados de atención y afecto.

Suscita, María, en tantos jóvenes corazones
respuestas radicales a la "llamada por la misión",
tema sobre el cual la diócesis está reflexionando estos años.

Gracias a una intensa pastoral vocacional, Roma se vea enriquecida de nuevas fuerzas juveniles, dedicadas con entusiasmo al anuncio del Evangelio en la Ciudad y en el mundo.

¡Virgen Santa, Reina de los Apóstoles!
Asiste a quienes, con el estudio y la oración,
se prepara a actuar en las múltiples fronteras
de la nueva evangelización.

Hoy te confío, de manera especial, la comunidad del Pontificio Colegio Urbano, cuya sede histórica se encuentra frente a esta Columna.

Esta benemérita institución, fundada hace 375 años
por el Papa Urbano VIII para la formación de los misioneros, pueda seguir eficazmente su servicio eclesial.

Cuanto son aquí acogidos, seminaristas y sacerdotes,
religiosos, religiosas y laicos, estén listos a poner sus propias energías a disposición de Cristo en el servicio al Evangelio hasta los últimos confines de la tierra. 

Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis!
Ora, oh Madre, por todos nosotros.
Ora por la humanidad que sufre miseria e injusticia,
violencia y odio, terrores y guerras.
Ayúdanos a contemplar con el santo Rosario los misterios de Aquel que "nuestra paz" para que todos nos veamos involucrados en un preciso compromiso de servicio a la paz.

Ten una mirada de particular atención a la tierra en la que diste a luz a Jesús, tierra que juntos amaron
y que aún hoy se ve tan probada.

¡Ora por nosotros, Madre de la esperanza!
"Danos días de paz, vela por nuestro camino.
Haz que veamos a tu Hijo, Llenos de alegría en el cielo". 

¡Amén!