Como María

 

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Danos, Señor, la alegría de descubrir
a tu Madre diciendo "sí"

Danos, Señor, la alegría
de entrar en el silencio y la espera de tu Madre.

Danos, Señor, la finura de María
para guardar la Palabra como Ella la guardó.

Danos, Señor, ojos de sorpresa
para contemplar y descubrir todo el misterio de Dios
en la fragilidad pequeña de un niño recién nacido.

Danos, Señor, fe para reconocerte
en la presencia normal de un hombre
como María supo reconocerte.

Danos, Señor, manos para tratarte y acogerte
con la ternura de las manos de tu Madre.