Oración al final del Santo Rosario

 

SS. Juan Pablo II

 

 

 

Gruta de Lourdes 14 de agosto de 2004

¡Dios te salve, María, 
mujer pobre y humilde 
bendecida por el Altísimo! 
Virgen de la esperanza, 
profecía de los tiempos nuevos, 
nos asociamos a tu cántico de alabanza 
para celebrar las misericordias del Señor, 
para anunciar la venida del Reino 
y la liberación total del hombre. 

¡Dios te salve, María, 
humilde esclava del Señor, 
gloriosa Madre de Cristo! 
Virgen fiel, 
morada santa del Verbo, 
enséñanos a perseverar en la escucha de la Palabra, 
y a ser dóciles a la voz del Espíritu, 
atentos a sus sugerencias 
en la intimidad de nuestra conciencia 
y a sus manifestaciones 
en los acontecimientos de la historia. 

¡Dios te salve, María, 
mujer de dolor, 
Madre de los vivientes! 
Virgen esposa al pie de la cruz, 
nueva Eva, 
sé nuestra guía por las sendas del mundo; 
enséñanos a vivir 
y a difundir el amor de Cristo; 
enséñanos a estar contigo 
al pie de las innumerables cruces 
en las que tu Hijo se encuentra aún crucificado. 

¡Dios te salve, María, 
mujer de fe, 
la primera de los discípulos! 
Virgen, Madre de la Iglesia, 
ayúdanos a dar siempre razón 
de nuestra esperanza, 
confiando en la bondad del hombre 
y en el amor del Padre. 
Enséñanos a construir el mundo desde dentro: 
en la profundidad del silencio y de la oración, 
en la alegría del amor fraterno, 
en la fecundidad insustituible de la cruz. 

Santa María, Madre de los creyentes 
Nuestra Señora de Lourdes, 
ruega por nosotros. 
Amén