Homenaje a la Inmaculada Concepción

Siervo de Dios SS. Juan Pablo II

 

Discurso, Plaza de España, Roma 8-XII-2003

1. Reina de la paz, ruega por nosotros. 
En la fiesta de tu Inmaculada Concepción 
vuelvo a venerarte, oh María, 
al pie de esta estatua, 
que desde la plaza de España 
permite a tu mirada materna 
abarcar esta antigua ciudad de Roma, 
tan querida para mí. 

He venido aquí, esta tarde, 
a rendirte el homenaje 
de mi devoción sincera. 
En este gesto se unen a mí, en esta plaza, 
innumerables romanos, 
cuyo afecto me ha acompañado siempre 
durante todos los años 
de mi servicio a la Sede de Pedro. 

Estoy aquí con ellos para iniciar el camino 
hacia el 150° aniversario del dogma 
que hoy celebramos con alegría filial. 

2. Reina de la paz, ruega por nosotros. 

A ti se dirige nuestra mirada 
con mayor conmoción; 
a ti recurrimos con confianza más insistente 
en este tiempo marcado 
por muchas incertidumbres y temores 
por la suerte presente y futura 
de nuestro planeta. 

A ti, primicia de la humanidad 
redimida por Cristo, 
finalmente liberada 
de la esclavitud del mal y del pecado, 
elevamos juntos 
una súplica ferviente y confiada: 
Escucha el grito de dolor de las víctimas 
de las guerras 
y de numerosas formas de violencia, 
que ensangrientan la tierra. 

Disipa las tinieblas 
de la tristeza y de la soledad, 
del odio y de la venganza. 
Abre la mente y el corazón de todos 
a la confianza y al perdón. 

3. Reina de la paz, ruega por nosotros.

Madre de misericordia y de esperanza, 
obtén a los hombres y a las mujeres 
del tercer milenio 
el don valioso de la paz: 
paz en los corazones y en las familias, 
en las comunidades 
y entre los pueblos; 
paz, sobre todo, para las naciones 
donde cada día 
se sigue combatiendo y muriendo. 

Haz que todos los seres humanos, 
de todas las razas y culturas, 
encuentren y acojan a Jesús, 
que vino a la tierra 
en el misterio de la Navidad 
para darnos "su" paz. 
María, Reina de la paz, 
danos a Cristo, 
paz verdadera del mundo.

Fuente: vatican.va