Consagración de la juventud peruana a la Santísima Virgen 

Siervo de Dios SS. Juan Pablo II


Homilía. Visita Pastoral a Perú.
Hipódromo de Monterrico. Sábado 2 de febrero de 1985

María, Madre de Jesús y Madre nuestra, hoy la juventud peruana reunida junto al Vicario de Cristo, para proclamar su fe, su incondicional entrega a Jesucristo y su disponibilidad para construir un mundo más justo, más fraterno y más cristiano, quiere consagrarse a Ti.

Conscientes de nuestra debilidad, nos acercamos con la confianza del hijo que busca la protección de su Madre. Ponemos en tus manos nuestros anhelos, nuestras inquietudes, nuestras esperanzas. Queremos construir un mundo mejor, donde reine el amor, la justicia y la paz. Te ofrecemos todas nuestras fuerzas jóvenes con la decisión de seguir la enseñanza de Cristo, no buscando ser servidos sino servir, servir a nuestros hermanos, y cuanto más necesitados, más. Servir a la Iglesia, sacramento universal dé salvación, servir al Perú, nuestra patria, para que tu Hijo, Jesús, sea amado y acogido por los jóvenes.

Te ofrecemos nuestros años de juventud para que, bendecidos con tu amor maternal, seamos capaces de cumplir nuestro deber por encima de todo provecho propio.

Intercede en nuestro favor, a fin de que en este período de nuestra existencia penetremos y asimilemos el mensaje que Cristo trajo al mundo, sin paliarlo ni tergiversarlo, sino aceptándolo en toda su plenitud y exigencia. Consíguenos la nobleza de reconocer nuestras fallas y debilidades, y la fuerza de convertirnos constantemente a Cristo Salvador.

Alcánzanos la gracia de que nuestra vida no sea vacía, sino que logre ser, en el estado de vida que Dios quiera para cada uno de nosotros, un testimonio vivo, un aliciente para que los hombres se acerquen y encuentren la acción transformadora de Dios. María, Madre de la Iglesia y Madre nuestra, acepta nuestra ofrenda y acompáñanos en nuestro caminar por el mundo. 

Amén.

Fuente: vatican.va