Oración a Nuestra Señora de los Angeles

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Virgen de los Ángeles, que desde tantos siglos
has puesto tu trono de misericordia en la Por-
ciúncula, escucha la plegaria de tus hijos que
confiados recurren a ti. Desde este "lugar verda-
deramente santo y habitación de Dios", particu-
larmente querido al corazón de San Francisco,
siempre has invitado a todos los hombres al
Amor.
Tus ojos, llenos de ternura, nos aseguran una
continua y maternal asistencia, y prometen ayu-
da divina a cuantos se postran a los pies de tu
trono o desde lejos se dirigen a ti, invocándote
en su auxilio.
Eres de verdad la dulce Reina y esperanza nues-
tra.
Oh Señora de los Ángeles, alcánzanos, por la
intercesión del Bienaventurado Francisco, el
perdón de nuestras culpas, la ayuda a nuestra vo-
luntad, para mantenernos alejados del pecado y
de la indiferencia, a fin de ser dignos de llamarte
siempre Madre nuestra.
Bendice nuestras casas, nuestro trabajo, nues-
tro descanso, dándonos esa paz serena que se
disfruta dentro de los viejos muros de la Por-
ciúncula, donde el odio, la culpa y el llanto, al
encontrar de nuevo el Amor, se transforman en
canto de gozo, como el canto de tus Ángeles y
del Seráfico Francisco.
Ayuda a quien no tiene apoyo y a quien carece
de pan, a los que se encuentran en peligro o en
tentación, en la tristeza o en el desaliento, enfer-
mos o en agonía.
Bendícenos como hijos predilectos tuyos. Te
pedimos que también bendigas con un mismo
gesto maternal a inocentes y culpables, a fieles y
descarriados, a creyentes y vacilantes. Bendice a
toda la humanidad a fin de que los hombres, re-
conociéndose hijos de Dios e hijos tuyos, reen-
cuentren en el Amor la verdadera Paz y el verda-
dero Bien.
Así sea.