Purificación de María

San Antonio


Está escrito: “Bendito el fruto de tu vientre” (Lc 1, 42), y “su fruto es dulce a mi paladar” (Cant 2, 3). Este fruto tiene el principio, el centro y el fin de toda dulzura, porque fue dulce en el seno, dulce en el pesebre, dulce en el templo, dulce en Egipto, dulce en el bautismo, dulce en el desierto, dulce en la palabra, dulce en el milagro, dulce montado en un borriquillo, dulce en la flagelación, dulce en la cruz, dulce en el sepulcro, dulce en los infiernos, dulce en el cielo. 

Oh dulce Jesús, ¿qué cosa es más dulce que tú? Dulce es tu recuerdo, más que la miel y que todas las demás dulzuras. El tuyo es nombre de dulzura y nombre de salvación. ¿Y qué significa Jesús, sino Salvador? ¡Oh buen Jesús, justamente por ti mismo sé para nosotros Jesús! Ya que nos diste el comienzo de la dulzura, o sea, la fe, danos también la esperanza y la caridad, para que, viviendo y muriendo en ellas, merezcamos llegar a ti. 

Por las súplicas de tu Madre, concédenos esta gracia, tú que eres el Dios bendito por los siglos. ¡Amén! ¡Así sea! 

Fuente: franciscanos.net