Virgen, pobre y humilde

 

Padre Javier Leoz

 

Virgen, pobre y humilde:
Poco le importó a Dios que fueras así.
Dios se enamoró de la riqueza de tu persona.
Dios se enamoró del tesoro de tu alma.
Dios se enamoró de la forma con que mirabas a la vida y a El mismo.
Dios, María, se enamoró del jardín de tus entrañas.
Ayúdanos a comprender que la riqueza no está en lo que se tiene sino, muchas veces, en aquello que no valoramos.
Enséñanos a invertir tiempo y dinero no en lo material y sí en aquello que nos puede aportar dicha en nuestro caminar.
Ayúdanos a despojarnos de tanto trasto que llena la azotea de nuestro corazón y de nuestras conciencias.
Ayúdanos a codiciar los bienes del cielo
Ayúdanos, María, a no abandonar los tesoros de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestros seres queridos.
Tú, que fuiste pobre y rica,
haznos comprender que la vida hay que llenarla no de cosas  cuanto de momentos de entrega, amor y servicio.
Amén