Ante el tránsito de un ser querido

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¡Oh María del Aliento!, cuando supiste lo de Lázaro, sin duda alguna comprendiste más y mejor, avizorando la luminosidad que el misterio de la revivificación encerraba.

Así, cuando ocurrió el tránsito del Señor Jesús, tu Hijo adorado, tu fe se avivó aún más y es posible creer que al ritmo que crecía la justa y sensible aflicción tu paz y confianza se agigantaban.

Y es que siempre le creíste al Dulce Jesús, y en tu corazón conservabas con certeza sin igual las experiencias y las promesas en torno al misterio de la resurrección.

Ante esta pérdida mía te imploro que me ayudes con tu ejemplo, que en tu seguridad afinque yo mi firmeza, que en tu fortaleza encuentre base mi serenidad, que el aliento de tu profunda convicción consolide la expectativa de que, como el Señor Jesús vive hoy, primogénito de los resucitados, quien hoy siento como pérdida resucitará para la vida eterna.

Y, finalmente, Madre de la Vida te pido te todo corazón que tu plegaria intercesora le encamine al encuentro de la Comunión de Amor y a mí me obtenga del Altísimo una fe sólidamente cimentada en la confianza y una esperanza centrada en el amor.

Gracias.

Amén.

Fuente: paxtv.org