Aclamación a la Virgen 

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Madre de Dios, Virgen reina de todos,
no ignores a los que te suplican
agitados por las borrascas de la vida
y las insidias del mal.
Tú eres la más excelsa de todas las potencias del cielo, paloma orlada del Espíritu,
alabanza y alegría de los apóstoles,
armonía de los profetas y los mártires.
Socorro del mundo entero,
torre preciosa revestida de oro,
ciudad de doce puertas, paraíso,
cofre de ungüento espiritual.
Muralla inexpugnable, fortaleza, baluarte...,
defensa del piadoso y temeroso,
protección del que vive en castidad.
Te veneramos, inefable Señora,
y alabamos a tu Hijo y Señor nuestro,
Cristo, único amigo de los hombres,
para encontrar gracia y amor
el día del juicio, oh Señora.