En tus manos me entrego, Madre mía

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En tus manos me entrego, Madre mía, para que tú me conduzcas a Cristo y por Él al Padre. Tú sabes que el camino es arduo y difícil, pero sabes también que no hay dificultad que no pueda superarse para llegar al seguro puerto de la vida eterna. Desde ese puerto acógeme tú, Madre mía, y vigila mis pasos para que nunca desfallezca en el camino. A ti consagro las almas que me fueron encomendadas, para que, junto conmigo, lleguen también a la meta final y reciban el abrazo eterno del amor del Padre. Te lo pido por Jesucristo tu Hijo. 

Amén.