¡Oh, Madre del Perpetuo Socorro!

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¡Oh, Madre del Perpetuo Socorro! Aquí tienes a tus pies a un humilde servidor que a ti acude y en ti confía. Madre de misericordia, ten piedad de mí. Oigo que todos te llaman Refugio y Esperanza de los pecadores; sé, pues, mi refugio y Esperanza. Socórreme por amor a Jesucristo, tiende la mano a un servidor caído que a ti se encomienda y se consagra para siempre a ti. Bendigo y doy gracias Dios, que por su misericordia me ha concedido esta confianza en ti, que yo miro como un signo de salvación. ¡Infeliz de mí! En el pasado he caído en la culpa de no haber acudido a ti, y tengo por cierto que, si a ti Madre mía me encomiendo, me ayudarás y saldré victorioso. Pero este es mi temor: que en las ocasiones de pecar deje de llamarte en mi ayuda y así me pierda. Concédeme, pues, esta gracia que ardientemente te pido: que en los asaltos del mal recurra a ti, diciendo: Maria, ayúdame; Virgen del Perpetuo Socorro, no permitas que pierda el amor a Dios.

Fuente: redentor.net