Oración a la Virgen de la Paloma

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¡Virgen Santísima de la Paloma¡ Eres más pura que el sol y más hermosa que todas las vírgenes del mundo terrestre y celeste. Por ti nos ufanamos ya que somos tus hijos, título que vale más que todos los títulos de nobleza y de la grandeza humana. Tu escudo nos protege para siempre, mientras que los escudos humanos son precarios y efímeros. Pasando nuestros dolores por tu dolor, nuestros dolores se convierten en gozo. Tú eres Corredentora con tu Hijo clavado en la cruz. Tú que estuviste de pie junto a la cruz transformaste nuestra cruz en gloriosa. Subiendo con Jesús a la cruz encontraremos que la cruz ya no nos aplasta sino que nos redime, se hace gloriosa. En la cruz y sólo por la cruz podemos ser santos: "el que quiera ser mi discípulo que cargue con su cruz y me siga"
¡Madre quiero ser santo!

Sabemos que la cruz que amenazaba aplastarte la abrazaste junto con tu Hijo y lloraste porque tus sentimientos maternos estaban profundamente heridos, pero tus sentimientos co-redentores te hicieron abrazarte a esta cruz. Queremos acompañarte en tu lloro pero a su vez permanecer valientemente al pie de la cruz. Al mirar tu imagen queremos estar junto a ti.

Lloras Madre mía por mis pecados y los de mis hermanos los hombres. Todos somos culpables. Y a pesar de ello tú no nos rechazas como hijos. Lloras por tu Hijo y lloras por tus hijos.

Unes los dos llantos en uno sólo y con ello nos unes a tu Hijo en el perdón y en la misericordia.

Concédeme, Madre mía, no separarme de ti. No quiero dejarte sola. Quiero que mi corazón permanezca junto a ti y en tus manos juntas aprender a orar sin cesar. Uniré mi plegaria a la tuya rogando al Eterno Padre que el Espíritu Santo descienda con sus dones y sus gracias para que nuestra amada Iglesia Católica pueda ser fecunda en medio de este mundo paganizado y necesitado de una re-evangelización.

Haz que los sacerdotes sean santos para que en ellos florezca el celo y la sabiduría capaz de guiar a la humanidad hacia Dios nuestro Padre en su Hijo amado. Concede a los matrimonios el amor mutuo que fructifica en los hijos y dales ser santos como fueron santos Isidro y María de la Cabeza. Concede a los hijos encontrar en sus padres el modelo de una vida cristiana. A los padres ser los primeros catequistas de sus hijos. A los jóvenes, en quien se despierta naturalmente el amor humano, convertir sus relaciones en puras y castas para que los prepare a la santidad del matrimonio. Y a nuestra ciudad de Madrid mírala con maternal ternura ya que ella se ha confiado popularmente a tu protección.

Madre, yo me siento tan cerca de ti que no veo necesario exponerte mis necesidades, tú las conoces como una madre conoce lo que necesitan sus hijos. Sabes de mi debilidad y de mi fragilidad, que necesito que me cuides como una copa frágil de infinito valor: Dios me ha hecho valer por lo que vale la sangre de tu Hijo. Cobíjame bajo tu negro manto para que la túnica blanca de mi bautismo no se manche como no se ha manchado la túnica blanca que llevas bajo tu manto negro. Atame, átame fuerte con la cadena que pende de tu cuello, para que tu soledad sea mi soledad. Atado a ti, Madre mía, el mal no me podrá arrastrar sino que la santidad de Dios permanecerá en mí como permaneció en ti en grado supremo. Por algo te llamamos Santísima. Atado a ti podré iniciar la vida eterna ya en este mundo.

Amén.

Fuente: Parroquia Virgen de la Paloma y de San Pedro el Real, Madrid, España