Oración a Nuestra Abogada

San Alfonso María de Ligorio

 

Excelsa Madre de mi Señor, ya comprendo
que mis ingratitudes, durante tantos años
contigo y con Dios,
hacen que yo merezca, con razón,
que dejes tú de preocuparte de mí,
ya que el ingrato no merece beneficios.
Pero yo, sublime Señora,
tengo un gran concepto de tu bondad,
que es mucho mayor que mi ingratitud.

Prosigue, refugio de pecadores,
y no dejes de socorrer a uno que en ti confía.
Madre de misericordia, extiende tu mano,
y levanta a un caído que implora tu piedad.
María, o me defiendes tú,
o me dices a quién debo acudir
para que mejor que tú me defienda.
Mas ¿dónde podré encontrar abogada ante Dios
más compasiva y poderosa
que tú, que eres su Madre?

Tú, al ser elegida como Madre del Salvador,
has sido creada para salvar pecadores,
y a mí me has sido otorgada
para conseguirme la salvación.
María, salva al que a ti recurre.
Yo no merezco tu amor,
pero el deseo que tienes de salvar a los perdidos,
me hace tener confianza en que me amas.
Y si tú me quieres ¿cómo me voy a perder?

Amada Madre mía,
si me salvo por ti, como lo espero,
ya no seré jamás ingrato;
compensaré con alabanzas perpetuas,
y con todo el amor del alma mía,
mis ingratitudes pasadas
y el amor que siempre me has tenido.
En el cielo, donde reinas y reinarás por siempre,
feliz cantaré tu misericordia,
y besaré sin cesar esas manos amorosas
que tantas veces me libraron del infierno
cuantas yo lo merecí con mis pecados.

María, mi libertadora,
mi esperanza, mi Reina y mi Abogada,
Madre mía, yo te amo,
y te quiero amar
con todo el corazón y siempre.
Amén, amén. Así lo espero, así sea.