Madre, a ti te llamamos...

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Madre, a ti te llamamos cuando la noche llega a nuestra vida.
Te llamamos vida y dulzura, esperanza nuestra; 
te llamamos en nuestra peregrinación por esta vida. 
Te llamamos siempre Madre, Madre de todos los hombres, 
acogedora de todos los dramas, ternura de los pasos cansados. 
Tú, Madre, eres tan sencilla, tan pobre, tan nuestra,
que queremos que sigas constantemente a nuestro lado. 

Madre, ayúdanos en los momentos difíciles; enséñanos a ser como tú:
presencia y cercanía para los que lloran, empuje y ánimo para los que lo pasan mal. 
Tú que eres tan Madre, danos entrañas de madre ante toda miseria humana. 
Tú que viviste en Nazaret, anima nuestros días rutinarios y grises
y enséñanos a querer desde la monotonía de todos los días. 
Enséñanos, Madre, la aventura de seguir a Jesús,
de entregarnos y darnos desde las mil circunstancias de la vida. 

Madre, déjanos sentirnos siempre cerca de ti 
y vibrar con tu mirada serena y dar, como tú, 
lo mejor de nuestra vida al Señor. 

Fuente: educadormarista.com