María, Madre del hombre sin trabajo

 

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¡Oh, María!, mujer humilde,
Madre de los trabajadores,
escucha nuestras penas y ayúdanos.
Tú viviste en un hogar obrero
de Nazaret;
tu esposo José y tu Hijo Jesús
fueron carpinteros.
Tú comprenderás la angustia
que vivimos día a día.
No tenemos trabajo; no tenemos plata.
La mesa está vacía; falta el pan de cada día.
Nuestros niños lloran de hambre;
se desmayan en el colegio.
Sufrimos toda clases de enfermedades
sin poder comprar remedios.
Estamos encalillados, debemos la luz,
el agua y los dividendos.
En el negocio nos ponen mala cara;
ya no podemos pedir fiado.
La casa se ha vuelto fría; 
no hay risas, no hay cariño;
estamos con los nervios de punta, 
estamos cansados de tanto sufrir,
pasamos peleando entre nosotros,
el amor ha desaparecido.

En nuestra desesperación acudimos a ti,
Madre buena,
para que hables al Dios Todopoderoso
a favor nuestro.

Dile a nuestro Padre celestial
que no se olvide de los pobres,
de los hambrientos, de los desamparados.
Somos sus hijos, no le pedimos limosna,
tenemos derecho a trabajar.

¿Hasta cuándo tendremos que andar 
todo el día en la calle, 
mendigando nuestro pan,
buscando pololos para sobrevivir?

¡Virgen María!, acuérdate de las penurias
que pasaste en tu hogar en Nazaret.
Ayúdanos a encontrar trabajo y
a recuperar nuestra dignidad.
Enséñanos a no ser individualistas,
a no encerrarnos en nuestros problemas,
sino a luchar sin miedo para que 
todos lo trabajadores estemos unidos.

Danos el apoyo solidario de nuestros hermanos
que hoy tienen trabajo
y no sufren el flagelo de la cesantía.
Toca el corazón de los que nos dirigen,
cambia sus planes económicos
que tanta pobreza están creando.

¡Santa María!
Madre de Dios,
ruega por nosotros ahora,
y en la hora de nuestra muerte.
¡Amén!”.

Fuente: pastoralenellugardetrabajo.cl