En ti, María, de nuestra tierra
estirpe escogida de Israel,
la humanidad ha ofrecido al Señor
lo mejor de nuestro mundo.
La grandeza de tu vida, María,
está en tu pequeñez,
en que has amado siempre a tu Dios,
siempre disponible con tu sí.
Mujer sencilla del pueblo de Israel,
que esperabas con confianza
en un Dios que cumple sus promesas
y tu fe se fió hasta el final del Señor.
Mujer judía del pueblo elegido por Dios,
ayúdanos a querer a nuestra tierra,
a nuestra gente,
y a sembrar de esperanza
todos los rincones del mundo,
todos los caminos de nuestro planeta.

Amén