Consagración de los hijos a Nuestra Señora

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¡Oh buena Madre Tres Veces Admirable, que
eres la madre del Hijo de Dios y que nos adoptaste
a nosotros como hijos, tú comprendes muy
bien cuán sublime, grandiosa y bella es la misión
que nos fue confiada como padres de familia!
En nuestras manos colocó Dios el futuro
de la Iglesia y de la sociedad. Nos dio el poder
de colaborar con él en la creación, en la educación
y formación de los hombres del mañana.
Conscientes de nuestra responsabilidad y conociendo
la realidad de la vida nos sentimos incapaces,
por nosotros mismos, de realizar la
grande misión que nos fue confiada.
Por eso, Madre, llenos de confianza, nos arrodillamos
delante de ti para confiarte y consagrarte
a nuestros hijos. ¡Bien sabes tu a cuántos
peligros están expuestos y cómo el mundo y el
demonio los persiguen queriendo destruir en
ellos la dignidad de hijos de Dios y lanzarlos
en la lama del pecado!
Madre, te lo suplicamos humildemente: Ven.
en auxilio de nuestros hijos y revela en ellos tu
admirable arte de educar. Acógelos en tu bondadoso
Corazón. Asísteles y ampáralos en todas
las dificultades, sobre todo a la hora de la tentación.
Consérvalos puros y enséñales a luchar siempre
por el bien. Extiéndeles tu mano y guíalos a Dios. Apártalos de las malas compañias y libérales
de todo mal. Guarda en ellos la gracia santificante
que recibieron en el bautismo y no
permitas que lleguen a ofender a Dios con un
pecado grave.
Querida Madre, vela por nuestros hogares y
hijos. Cuida de que jamás nos falte el pan material
y el alimento espiritual. Haz crecer en
todos nosotros la fe, la esperanza y la caridad.
Suscita entre nosotros costumbres cristianas de
oración, práctica de buenas obras y espíritu de
sacrificio. Ayúdanos a tener siempre actitudes
cristianas de caridad fraterna, perdón mutuo y
solidaridad.
Sé tú Madre y educadora de nuestros hijos. Que
ellos vivan realmente como hijos de Dios.
Encamínalos en la vocación que el Padre celestial ha previsto para ellos desde la eternidad.
Guíalos por la vida y acompáñalos a la hora
de la muerte.
Ayúdanos, Madre, a que nosotros, los padres,
seamos para nuestros hijos verdaderas imágenes
de Dios, para que ellos encuentren en
. nosotros todo apoyo, amor, seguridad y comprensión
que necesitan.
Ven, quédate con nosotros en nuestro hogar.
Tórnalo semejante al de Nazaret, donde siempre
reine la paz, la unión, la alegría y el amor.
Amén.