Oh santísima Madre, llena de dolores por el
intenso martirio que sufriste al pie de la cruz
en las tres horas de agonía de tu Hijo jesucristo,
dígnate asistimos a todos que somos hijos de
tus dolores, en nuestra última agonía, para que,
por tu intercesión, en el lecho de la muerte
podamos ir a adornar la carona de tu gloria en
la buenaventura del paraíso.
(Rezar 3 Ave María.)
Oh Madre de gracia y de piedad, clemente,
excelsa, María, sálvanos del mal igno y acógenos
en nuestra extrema agonía.
De la súbita e imprevista muerte, líbranos, Señor.
De las traiciones del demonio, ¡líbranos, Señor!
De la muerte eterna, ¡líbranos, Señor!
Oh Dios, que en la dolorosísima muerte de Tu
Hijo constituiste el ejemplo y el auxilio para la
salvación del género humano, concédenos,
como pedimos, que en el último peligro de
nuestra muerte merezcamos conseguir el fruto
de tan grande caridad y que seamos asociados
a la gloria del mismo Redentor.
Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

(Terminar la oración, recitando las 3 jaculatorias a seguir.)
¡Amado Jesús, José y María, mi corazón y mi
alma Les doy!
¡Amado Jesús, José y María, asístanme en la
última agonía!
Amado Jesús, José y María, que mi alma expire
en paz entre Ustedes.

Amén.