Soliloquio orante de María

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Te llevan al monte, a la cruz, al ridículo. 
Desde ahí todo lo ves, a todos ves. 
Ofreces tu vida hasta el extremo, 
para que el mundo tenga vida abundante. 
Tú eres, hijo mío, la presencia siempre desafiante del Espíritu, 
apuesta inequívoca por el amor. 
No han podido amordazar tu voz. 
Tus brazos extendidos abrazan a todos, 
tus ojos siguen mirando a todos con cariño, 
tu corazón abierto sigue comunicando vida. 
Tú cuerpo es perfume derramado.
Un centurión exclama: 
‘Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios’.
Me alegro. La última palabra la tiene Dios, 
la tiene el Amor, la tiene la Vida. 
La última palabra la tienes tú, Jesús.

Fuente: cipecar.org