Bajo tu piedad, santa Madre de Dios, colocamos
a todos los enfermos alcohólicos. No desprecies
sus súplicas, las de sus parientes y de
sus amigos. Líbralos de su obstinada enfermedad.
Condúcelos a una decisión interior y definitiva
para encontrar la sobriedad, empezando
por veinticuatro horas de abstención de las
bebidas alcohólicas con firmeza de voluntad.
Solos no serán capaces, oh, piedad de María.
Que se convenzan de esto con humildad, buscando
fuerza en la oración.
Que la luz del Espíritu Santo los ilumine. Que
entiendan que Jesús es el camino seguro y
correcto, capaz de llevarlos al sonriente abrazo
del Padre. Evitarán, así, caminar de prisa hacia
la muerte, siendo capaces de reconstruir la
alegría de vivir y de volver a plantar la felicidad
de su hogar. Cuida principalmente, oh
piedad de María, por tu hijo .
Que tu piedad, oh María, nos ayude a no criticarlos
ni importunarlos sin antes entender su
enfermedad. Danos comprensión y paciencia
perseverante con ellos.
Haz llegar sobre ellos y hasta nosotros, oh piedad
de María, el amor y la bendición de Dios
Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

Amén.