Madre del Crucificado

 

 

Padre Miguel Ortega Riquelme

 

 

Madre del Crucificado, 
María del Cordero llevado al matadero, 
del Inocente condenado entre bandidos, 
del Señor de tan largo Viernes Santo, 
del Varón de sufrimientos y dolores, 
te bendecimos y te alabamos 
por tu Hijo fiel y generoso, 
tu consuelo, tu apoyo, tu alegría.

María, tú lo animas con tu presencia 
en la montaña del dolor.

Tú lo acompañas en el Calvario 
y sufres con su sacrificio y su agonía.

Tú lo fortaleces en la aflicción 
y lo alientas en la hora del abandono.

María, tú lo llenas de valor y de energía 
cuando debe asumir la soledad y el sufrimiento.

Nuestras cruces, Madre muy querida, 
pesan demasiado sobre nuestros hombros.

No queremos negarlas ni evadirlas, 
sino cargarlas con valor todos los días.

Sólo en el dolor de Jesús, 
podemos vivir nuestro dolor. 
Sólo en la cruz de Jesús, 
podemos llevar nuestras cruces.

Te pedimos, Madre buena, 
que tú estés de pie junto a nosotros 
y que nos animes con tu cariño y tu presencia.

María del sufrimiento, 
Madre del Viernes Santo, 
acompáñanos hasta la madrugada del Domingo.