Para ofrecer el trabajo diario

 

 

Autor:

 

 

Madre mía Inmaculada, 
que, por haber recibido 
en tu seno al Verbo de Dios, 
eres Trono de la Gloria y de 
la Sabiduría, alcánzame la 
gracia de trabajar con orden 
y constancia, con intensidad 
y presencia de Dios, con pureza 
de intención y afán de servicio.

Haz que mi trabajo me acerque 
cada día más a ti y a tu divino 
Hijo; que nunca me olvide de 
ofrecértelo, como ahora lo hago, 
para que mis horas de trabajo sean, 
de verdad, horas de oración.

Ayúdame también, Señora, 
a lograr el fruto humano y 
sobrenatural que Dios espera 
de mi trabajo (o estudio), para que, 
santificándome, alcance la dicha de 
amarte para siempre en el Cielo

Amen.