Plegaria a Nuestra Señora de Lujan

 

 

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Virgen de Luján hermosa, la del manto azul turqui,
vengo delante de Ti por ver tu cara preciosa.
Eres la más bella rosa del argentino vergel,
eres la gloria de Aquel que formó las cosas bellas
y dió luz a las estrellas que lucen delante de Él.

Virgencita, Virgencita, amor de mi corazón,
vengo aquí con mi aflicción y mi oculta y grave cuita
Virgen morena y chiquita calma mi agudo penar
y no me iré de tu altar sin tu celeste consuelo
pues eres flor de este suelo y estrella blanca del mar.

El negro Manuel decía, que la capilla dejando,
te ibas sola caminando por toda la cercanía,
que tu manto azul traía prendidos muchos abrojos.
No te ha de causar enojos que te cuente mi dolor,
si están hablando de amor las pupilas de tus ojos.

Me está punzando una pena y yo te la traigo aquí.
¡Qué fuera de mí sin Ti! Virgen chiquita y morena.
Eres tan Santa y tan buena, tan cerca de Dios estás
que mi angustia entenderás y mi orfandad y mi duelo
que a Ti solita revelo a Ti solita, no más.

Bien se ve que eres, Señora, la flor de Jerusalén,
pues tu mirada hace bien y el corazón enamora.
Tu piedad santa endulzora toda mi negra amargura,
yo te juro, Virgen Pura, pagarte con devoción
como agradece el león a la mano que lo cura.