Purificarnos para Dios

 

 

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Pidamos a Santa María ser también humildes para –en nuestro caso– reconocer las personales limitaciones, para acogernos al poder providente de Nuestro Padre Dios, que cuenta con cada uno siendo como somos, y proveerá en favor nuestro para que se cumpla su voluntad. 

Santa María, Regina apostolorum , reina de todos los que suspiran por dar a conocer el amor de tu Hijo: tú que tanto entiendes de nuestras miserias, pide perdón por nuestra vida: por lo que en nosotros podría haber sido fuego y ha sido cenizas; por la luz que dejó de iluminar, por la sal que se volvió insípida. Madre de Dios, omnipotencia suplicante: tráenos, con el perdón, la fuerza para vivir verdaderamente de esperanza y de amor, para poder llevar a los demás la fe de Cristo.