Oración a María

 

 

Autor: San Bernardo

 

 

Si se levantan los vientos de las tentaciones,
si tropiezas con el escollo de la tentación,
mira a la estrella, llama a María.
Si te agitan las olas de la soberbia,
de la ambición o de la envidia,
mira a la estrella, llama a María.
Si la ira, la avaricia o la impureza impelen
violentamente la nave de tu alma, mira a María.
Si turbado con la memoria de tus pecados,
confuso ante la fealdad de tu conciencia,
temeroso ante la idea del juicio,
comienzas a hundirte en la cima sin fondo de la tristeza
o en el abismo de la desesperación, piensa en María.
En los peligros, en las angustias, en las dudas,
piensa en María, invoca a María.
No se aparte María de tu boca,
no se aparte de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora,
no te apartes tú de los ejemplos de su virtud.
No te descaminarás si la sigues,
no te desesperarás si la ruegas,
no te perderás si en Ella piensas.
Si Ella te tiene de tu mano, no caerás;
si te protege, nada tendrás que temer;
no te fatigarás si Ella es tu guía;
llegarás felizmente al puerto si Ella te ampara.