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Ha nacido el Señor
+ Felipe Bacarreza Rodríguez. Obispo de Santa María de Los
Ángeles
Homilia. Domingo 01 Enero 2006
Lc 2, 16-21
El nacimiento del Hijo de Dios en
este mundo es un hecho demasiado central e importante para que su
celebración pueda concluirse en un solo día. Para la contemplación
de este misterio la Iglesia destina ocho días, es decir, una octava,
que es como un gran día de Navidad. La octava de Navidad concluye el
1 de enero, con la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Aunque
este año cae en día domingo, esta solemnidad prevalece, porque la
maternidad divina de la Virgen María es un misterio que se refiere a
Dios mismo: nos dice que Él tiene una madre y que esa madre es
María.
Desde los primeros tiempos del cristianismo siempre se ha proclamado
el mismo Evangelio en este día 1 de enero. Es la lectura obligada,
porque en ella se mencionan el primero y el último día de la octava
de Navidad. El primero es el mismo día del nacimiento de Jesús: "Los
pastores fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al
niño acostado en el pesebre; al verlo, contaron lo que se les había
dicho acerca de aquel niño". ¿Qué es lo que se les había dicho? "Hoy
os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es el Mesías, el
Señor". La lectura menciona también el último día de la octava:
"Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarlo, se le puso
el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en
el seno".
Ese niño fue concebido virginalmente en el seno de la Virgen María y
nació de ella después de su gestación de nueve meses; tomó de ella
su carne humana. Nadie que lea el Evangelio puede negar que María es
su madre. Pero ¿quién es ese niño? El ángel lo dijo a los pastores:
"Es el Señor". Y este es el modo como los judíos se referían a Dios.
María es entonces la Madre de Dios.
El primer mandamiento de los judíos, y también de los cristianos,
era este: "Escucha, Israel: YHWH, nuestro Dios, es el único YHWH.
Amarás a YHWH tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con
todas tus fuerzas" (Deut 6,4-5). Pero ellos no pronunciaban nunca el
tetragrama sagrado (YHWH) y en su lugar decían "Adonai", que se
tradujo al griego con la palabra "Kyrios": Señor. Así cita Jesús ese
mandamiento: "El primer mandamiento es: 'Escucha, Israel: El Señor,
nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con
todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas'" (Mc 12,29-30). Este es el Señor cuyo nacimiento anunció el
ángel del cielo a los pastores y que nació de María. Ella es la
Madre del Señor, nuestro Dios.
Así se cumplen los anhelos proféticos antiguos: "YHWH es nuestro
juez, YHWH nuestro legislador, YHWH nuestro rey: él nos salvará"(Is
33,22). Este es el Salvador que ha nacido, el Señor. Se esperaba que
viniera desde el cielo: "¡Ah, si rompieses los cielos y
descendieses! Ante tu faz los montes se derretirían" (Is 63,19).
Vino desde el cielo, y lo hizo encarnandose en el seno de una Virgen
de la cual nació.
La adoración del dios "Consumismo" en estos días ha querido hacernos
olvidar la centralidad de este hecho. Pero el nacimiento de Cristo
es un hecho histórico tan central que cada vez que estampamos la
fecha en todo tipo de documentos lo hacemos en relación a ese hecho.
Si a partir de hoy deberemos poner el número 2006, eso quiere decir,
2006 años desde el nacimiento de Cristo.
† Felipe Bacarreza Rodríguez
Obispo Auxiliar de Concepción
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