V Centenario de la Virgen del Camino

+ Mons. Julián López Martín, Obispo de León 

 

(Santuario, 2-7-2005) 
"La Madre del Señor ha venido a visitarme" 

Sof 3,14-18
Lc 1,39-56
La fiesta de hoy ha congregado a una gran multitud de hijos y de devotos de la Santísima Virgen del Camino, que han querido expresar sus sentimientos con toda la belleza y el colorido del folclore popular en la procesión que ha precedido a la Misa y en la participación en ésta. Mi felicitación a todos por este entusiasmo en torno a la Reina y Madre del pueblo leonés. Pero, muy especialmente, a los pueblos más cercanos al Santuario, que junto con la Comunidad de los PP. Dominicos, custodian este tesoro de la fe y de la tradición cristiana de León,que es la devoción a la Virgen del Camino..

1. El V Centenario de la Imagen de la Virgen del Camino

No es para menos. Hoy celebramos 500 años del patrocinio de Nuestra Señora la Virgen del Camino sobre nuestras gentes. Acogiéndonos a la recensión del P. Villafañe, la más segura que conocemos acerca del origen de lavenerada Imagen, conmemoramos hoy el V Centenario del hecho narrado así: “A los principios del referido siglo (el XVI), pastoreaba un rebaño de ovejas en el sitio y campo vecino, a donde se erigió después capilla a esta gran Reina, un devoto pastor, llamado Simón Gómez Fernández, vecino y natural del lugar de Velilla de la Reina. Y un día (que dicen fue el segundo de julio, dedicado a la Visitación de María a su prima), en que, además del cuidado de su rebaño cuidaba también de apacentar su alma con devotas consideraciones, se le apareció, en medio de aquel dilatado campo, la imagen de nuestra Señora; o la misma Reina del cielo, que traía consigo aquella su devota imagen. Pasmose el dichoso pastor al ver delante de sí a tan gran Reina, rodeada de singular luz y claros resplandores; y más cuando oyó que la misma Señora le habla diciéndole: ‘Ve a la ciudad y avisa al obispo que venga a este sitio y coloque en lugar decente esta mi imagen, la cual ha querido mi Hijo aparezca en este lugar para gran bien de toda esta tierra”[1].

Con el candor propio de este género de relatos, el relato recogido por el P. Villafañe transmite la substancia de un acontecimiento incontestable: la presencia en este lugar de una imagen de la Reina del Cielo para gran bien de toda esta tierra, como origen de la extraordinaria y creciente devoción popular hacia Nuestra Señora la Virgen del Camino, por toda la región leonesa desde los comienzos del siglo XVI, devoción localizada en su célebre santuario al borde de la ruta jacobea.

Y esto no por casualidad, sino en virtud de la voluntad del Señor, que se sirve de estas mediaciones para manifestar en la historia humana y en todos los lugaressu obra de salvación, realizada desde el momento en que el Hijo de Dios se hizo hombre en el seno de María, para habitar entre nosotros. La imagen de la Virgen del Camino, el culto que recibe en su santuario y la devoción que suscita en todo el pueblo, no sólo leonés, dando lugar a las más variadas manifestaciones de religiosidad y de fe, constituyen el mejor testimonio de la conciencia de que el Señor se ha servido, una vez más, de María, su Madre, para acercarse a los hombres y mujeres de unas épocas y de un lugar, a fin de ofrecerles lo que más precisan: esperanza, consuelo, fortaleza, salud del cuerpo y del alma, misericordia, perdón de los pecados, alegría verdadera, cercanía de Dios, en una palabra, la salvación que vino a introducir en la tierra.

2. Una singular presencia de María en nuestra tierra

Esta es, repito, la substancia del hecho que celebramos. No me parece casual el dato referido por la tradición de la Imagen, de que el acontecimiento que da origen a la devoción y al santuario de la Virgen del Camino ocurriera un dos de julio. Lo recoge la propia recensión citada antes: “Un día, que dicen fue el segundo de julio, dedicado a la Visitación de María a su prima”.

Efectivamente, desde el año 1263, en el ámbito de la Orden Franciscana, primero, y en el de la Iglesia Universal después, el día 2 de julio, se celebraba la Fiesta de la Visitación de María a su prima Isabel. El origen de la fiesta hay que buscarlo, como ocurre en tantas fiestas de la Virgen, en el Oriente cristiano. Pero la fiesta conmemora un episodio narrado en el Evangelio, con unas precisas claves interpretativas de su alcance y significado.

Por eso debemos fijar nuestra atención en la lectura evangélica que se ha hecho hace unos momentos, y que narra la encantadora escena de la Visitación. A la luz de la palabra divina, la presencia de la Imagen de la Virgen del Camino en este lugar, desde hace quinientos años, es una continuada visita que la Santísima Virgen María ha hecho a nuestro pueblo, nos ha hecho a nosotros, semejante a la que realizó a Isabel para ofrecerle la ayuda de su caridad y proclamar la misericordia de Dios Salvador. Y la visita de María, no lo olvidemos, es expresión acabada de lo que dice el Evangelio por boca de Zacarías, el esposo de Isabel: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo”.

Sí, quiero repetirlo: aquí, en este bendito lugar, María nos ha visitado. María tiene, desde hace quinientos años, una presencia singular entre nosotros. Aquí ha venido también trayéndonos a su Hijo, aquí nos ha dirigido su saludo cercano, aquí ha querido mostrar su solicitud y su generosidad, junto con el testimonio de su fidelidad a Dios, aquí ha querido que resonara, siglo tras siglo, tanto la respuesta de Isabel: “Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”, como su propio canto de alabanza y de gratitud al Todopoderoso: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador”.

3. Nuestra respuesta a la visita de María

Nuestra actitud, en este día, ha de ser semejante al de Isabel, que se llenó de alegría al reconocer a la Madre del Señor que acudía a visitarla. Llena del Espíritu Santo, lanza una exclamación de júbilo: “¿Quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a visitarme?”. Y, a renglón seguido, proclama la gloria de la Mujer que ha sido elegida por Dios para la misión de introducir a su Hijo en el Mundo: “Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de vientre”. No es necesario insistir en este aspecto. El pueblo cristiano, cuando percibe la presencia de María, aunque sea a través de la mediación de una imagen, prorrumpe siempre en alabanzas y en cantos a la Madre de Dios. Y esto en todos los lugares, en todas las épocas. Buena prueba de ello lo constituyen las dos ocasiones, en el corto espacio de dos años, en que la imagen de la Virgen del Camino ha bajado a la capital y ha sido entronizada en la catedral diocesana, en mayo de 2003 y hace un par de meses.

Queridos fieles: Celebremos a María, la Hija de Sión cantada por el profeta Sofonías y por todos los discípulos de Jesucristo después de Isabel. Pero veamos siempre en ella a la Mujer portadora de Cristo, a la que tiene al Señor en medio de ella y lo muestra y ofrece desde el testimonio de su fe inquebrantable: “¡Dichosa tú, porque has creído!”. Ejemplo de fe y de humildad, Ella misma nos asocia a su canto de acción de gracias porque el Señor ha querido complacerse en la humildad de su sierva. 

Por último, en coherencia con la actitud de servicio y de solicitud amorosa de María, esforcémonos también en ir al encuentro de todos los hombres y mujeres para llevarles la esperanza, la alegría y el amor de Jesucristo. Tengamos también, como María, los brazos tendidos para acoger a todo ser humano que necesite nuestra ayuda. Y que Nuestra Señora la Virgen del Camino, siga velando por todos nosotros, por nuestro pueblo leonés, por los que nos visitan, por los que han venido de fuera y que siguen llegando para encontrar trabajo y mejores condiciones de vida, como son los inmigrantes. Que Ella velemuy especialmente por la familia, por los niños y los jóvenes, para que crezcan sanos de alma y cuerpo, por los ancianos y los que se encuentran solos, por los enfermos y los que están en el paro o en la indigencia. Para que nuestros tiempos sean pacíficos, para que en todos los ámbitos de la sociedad se promuevan la vida humana, la libertad y el respeto mutuo, la justicia y la solidaridad, y la concordia entre los pueblos. 

+ Julián, Obispo de León
--------------------------------------------------------------------------------
[1] A. Alvarez, La Virgen del Camino, en León, Vitoria 1969, 45-46.